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Encuentros. Vol. 2, Encuentros con la literatura y el teatro del mundo hispano

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Academic year: 2022

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EN CU ENTR O S V O L U MEN II

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ENCUENTROS

VOLUMEN II

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KATOWICE 2008

Joanna Wilk-Racięska Jacek Lyszczyna

Eds.

ENCUENTROS

Volumen II

ENCUENTROS CON LA LITERATURA Y EL TEATRO DEL MUNDO HISPANO

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Recenzent:

prof. dr hab. Eugeniusz Górski

Publikacja sfinansowana ze środków Uniwersytetu Śląskiego

© 2008 by Uniwersytet Śląski w Katowicach Wszelkie prawa zastrzeżone

ISBN 978-83-60743-11-9

Wydawca:

Oficyna Wydawnicza Wacław Walasek Katowice, ul. Mieszka I 15

wacek@paraww.pl Skład i łamanie:

STUDIO NOA Ireneusz Olsza poczta@studio-noa.com.pl Druk:

Drukarnia D&D Projekt okładki:

Michał Motłoch

Wydanie I, nakład 100+20 egz.

Ark. druk. 17,8. Ark. wyd. 16,7.

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Índice

LITERATURA

Jerzy Achmatowicz, Universidad de Wroclaw, Polonia: „El fenómeno guadalupano” como objeto de interpretación e investigación . . . 11 Athena Alchazidu, Universidad Masaryk, Brno, República Checa: La

generación forzada. El tema de la violencia en la narrativa fi nisecu- lar española . . . 25 Kenia Aubry, Universidad Autónoma de Campeche, Campeche, Méxi-

co: La Virgen de los Sicarios o la violencia suprarreal . . . 33 Beata Baczyńska, Uniwersytet Wrocławski, Wrocław, Polonia: La vida

es sueño de Pedro Calderón de la Barca y su recepción teatral: una olvidada traducción polaca . . . 50 José Luis Bellón Aguilera, Universidad de Ostrava, República Checa:

Miguel Espinosa: concepción de la literatura y apropiaciones de la crítica . . . 64 Elżbieta Bender, Universidad Maria Curie-Skłodowska, Lublin, Polo-

nia: El tiempo en Paz en la guerra de Miguel de Unamuno . . . 79 Jorge Berenguer Martín, Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca,

España: Estructuralismo y permutación en la poesía de Juan Edu- ardo Cirlot: perspectiva histórica y revisión crítica . . . 93 Jean-François Botrel; Universidad de Rennes 2; Rennes; Francia: Edi-

tar un clásico contemporáneo . . . 107 Emilio Frechilla Díaz, Universidad de Oviedo, España: Realidad e ima-

ginación: la libertad poética en Luis Á. Piñer . . . 126

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Índice 6

Małgorzata Gaszyńska-Magiera, Uniwersytet Jagielloński, Kraków, Po- lonia: Apuntes metodológicos sobre la recepción de la literatura hi- spanoamericana en Polonia: nuevas perspectivas . . . 140 Alfons Gregori i Gomis, Universidad Adam Mickiewicz, Poznań, Polo-

nia: Lo maravilloso tolkiano en la trilogía mítica de Jaume Fuster . 150 Łukasz Grützmacher, Universidad de Varsovia, Varsovia, Polonia: Con-

strucción del protagonista en Los perros del paraíso de Abel Posse . 164 Maciej Jaskot, Escuela Superior de Psicología Social (SWPS – Varso-

via) / Universidad de Varsovia, Polonia: Lo dicho y lo que queda sin decir en Los premios de Julio Cortázar . . . 175 Agnieszka Kłosińska-Nachin, Universidad de Łódź, Łódź, Polonia: Mi-

guel de Unamuno, novelista moderno . . . 189 Marta Kobiela-Kwaśniewska, Universidad de Silesia, Katowice, Polo-

nia: ¿Por qué se escribe en gallego y qué signifi ca una identidad na- cional? . . . 201 Ewa Kobyłecka-Kaczmarek, Universidad de Łódź, Polonia: Tiempo sub-

jetivo en Travesuras de la niña mala de Mario Vargas Llosa . . . 214 Jesús G. Maestro, Universidad de Vigo, España: Sociedad gentilicia y so-

ciedad política en La ilustre fregona . . . 225

TEATRO

Urszula Aszyk, Universidad de Varsovia, Polonia: Hacia la reconstruc- ción de una fi esta teatral barroca: la puesta en escena de la comedia El jardín de Falerina . . . 249 Maria Falska, Universidad Maria Curie-Skłodowska, Lublin, Polonia:

El objeto teatral animado: los animales y su función en la obra de algunos dramaturgos españoles del siglo xx . . . 263 Elżbieta Kunicka, Universidad de Varsovia, Polonia: La marionetiza-

ción del personaje en los esperpentos de Martes de Carnaval, de Val- le-Inclán . . . 273

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Presentación

Es notable el interés que despierta en la actualidad el estudio de diferen- tes facetas de lo hispano. Claro está que, en el dominio de español muchos son ya los estudios que han tratado la literatura, el teatro y la lengua hispa- nas desde diversas perspectivas en los últimos años. Tales estudios se men- cionarán con mucha frecuencia a lo largo de nuestros Encuentros.

Por otra parte, las investigaciones de los profesionales de la enseñanza de ELE también han contribuido últimamente con un nuevo valor al aprendiza- je de la lengua española, mientras que las investigaciones teóricas y la praxis traductora siguen divulgando la lengua y la cultura hispanas en el mundo.

La intención de los editores de estos volúmenes era doble: por un lado pretendían dar a conocer estudios de investigadores ya reconocidos desde hace tiempo en su notable tarea intelectual y, por el otro, ofrecer un escapa- rate a jóvenes hispanistas interesados en diversos aspectos de la literatura, la lengua y la cultura hispanas, personas que últimamente han defendido o elaboran en la actualidad sus tesis doctorales, que se dedican a la enseñanza de ELE con intención de mejorarla cada vez más o que se dedican a la teo- ría y práctica de la traducción.

Es también la intención de la Asociación Polaca de Hispanistas facilitar a los jóvenes hispanistas la publicación de sus mejores estudios y por este motivo la Asociación ha decidido contribuir, junto a la Consejería de Educa- ción de la Embajada de España a la publicación de estos volúmenes, así que los Encuentros que nuestro estimado lector tiene en sus manos, deben con- siderarse también como el primer paso en la realización de este propósito.

Joanna Wilk-Racięska, Jacek Lyszczyna

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LITERATURA

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J e r z y A c h m a t o w i c z

Universidad de Wrocław Wrocław, Polonia

“El fenómeno guadalupano” como objeto de interpretación e investigación

Abstract

The exposure is about a controversial figure of the first Indian elevated to the altars of Catholic Church by John Paul II, Juan Diego who has become the essen- tial part of that is called the Guadalupe’s phenomenon.

I propose a different lecture of the silence that apparently accompanies for over 100 years to the supposed miracle. In other words, I would like to make a contrapo- sition to these sources which are traditionally considered as a proof of this ‘silence’

and moreover, to the recent ones that reflect a different reality. The essential point of reference is here the famous card from Joaquin Garcia Icazbalceta directed to archbishop of the Mexico City in which its author rejected the Guadalupe’s myth.

Keywords

Juan Diego – Guadalupe’s phenomenon – Virgin of Guadalupe – Zumarraga – Icazblaceta – Mexico

I

En año 1576 Fray Bernardino de Sahagún coloca otro complemento en su Obra monumental y por primera vez menciona en sus escritos algo sobre la inquietante devoción en el monte del Tepeyac, cerca de la ciudad de México:

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Jerzy Achmatowicz 12

Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde se solían hacer muy so- lemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lexas tierras. El uno déstos es que aquí en México, donde esta un montecillo que se llama Tepeacac, y los españoles llámenle Tepeaquilla, y agora se llama Nuestra Señora de Guada- lupe. En este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses, que la llamaban Tonantzin, que quiere decir «nuestra madre». Allí hacían muchos sacrificios a honra desta diosa. Y venían a ellos de mas de veinte leguas de todas estas comarcas de México, y traían muchas ofrendas. Tenían hombres y mujeres y mozos y mozas a estas fiestas. Era grande concurso de gente en estos días, y todos decían: «Vamos a la fiesta de To nantzin. Y agora que está allí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, tanbién la llaman Tonantzin, tomada ocasión de los predicadores que a nuestra señora la ma- dre de Dios llaman Tonan tzin. De donde haya nacido esta fundación desta Tonantzin, no se sabe de cierto; pero esto sabemos cierto que el vocablo sig- nifica de su primera imposición a aquella Tonantzin antigua, y es cosa que se debría remediar, porque el proprio nombre de la mądre de Dios, Sancta Maria, no es Tonantzin, sino Dios inantzin. Parece esta invención satánica para paliar la idolatría debaxo equivocación deste nom bre Tonantzin. Y vie- nen agora a visitar a esta Tonantzin de muy lexos, tan lexos como de antes, la cual devoción tanbién es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lexos tierras a esta Tonantzin, como antiguamente1.

El citado complemento fue creado 45 años después de los acontecimien- tos que supuestamente tuvieron lugar en el cerro del Tepeyac y que iban a ini- ciar la devoción que – como lo vamos a ver – prácticamente desde su inicio ha despertado profundas controversias.

1 Leemos en T o r q u e m a d a J. (1944, libro V, cap. X: “D. Antonio Valeriano, Indio, na- tural de Azcapotzalco, a una legua de esta ciudad, gobernador de esta parte de San Juan que llaman Tenochtitlan, donde como buen conocedor de latín, lógica y filósofo, sustituyó a sus Maestrod en el Colegio de Tlatelolco y luego fue nombrado gobernador de México y go- bernaba 35 años a los indios de esta ciudad, con gran aplauso de virreyes y edificación de españoles; y siendo un hombre muy talentos el Rey supo de él y le escribió una carta muy favorable.” De la figura de Valeriano, muy importante para este trabajo, menciona también Icazbalceta (1981: 475) citando fragmentos del Sermonario (1606) también de Juana Bap- tista Torquemada. Cf. también: C h i m a l p a h i n C. (1982: 283, 293 y 294).

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“El fenómeno guadalupano” como objeto de interpretación e investigación

II

De acuerdo con la tradición, los acontecimientos en el cerro del Tepeyac supuestamente tuvieron lugar entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531. Se con- sidera que las primeras menciones sobre el fenómeno guadalupano apare- cieron recientemente después de 117 años, es decir en 1648, cuando Miguel Sánchez publicó su famosa obra “Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, milagrosamente aparecida en la Ciudad de México”2. Un año después otro autor, Luís Lasso de la Vega, publicó otro testimonio guada- lupano, escrito en el idioma náhuatl y titulado “Maravillosamente se apare- ció la señora celeste María, nuestra amada madre Guadalupe, aquí junto a la gran ciudad de México, donde se dice Tepeyácac”3. En el caso de la segunda publicación prontamente surgió la sospecha de que el material allá conteni- do, universalmente llamado hoy día como Nican Mopohua, era de autoría de Antonio Valeriano (1516–1605)4.

Resulta ser cosa natural que el universalmente supuesto silencio duran- te más de un siglo respecto a un acontecimiento que, siempre y cuando real- mente hubiera tenido lugar, debiera teóricamente generar una enrome reso- nancia, ha sido y sigue siendo la circunstancia que provoca que se considere comúnmente que el fenómeno guadalupano es simplemente una ficción, como también forzosamente se queda como ficticia la figura de Juan Diego.

Uno de los principales opositores del fenómeno aquí tratado, Joaquín Gar- cía Icazbalceta, un erudito, historiador y extraordinario bibliógrafo mexica- no del siglo XIX mencionaba entre otros:

es completo el silencio de los documentos antes de la publicación del libro de Sánchez. No cabe en buena razón suponer que durante más de un siglo tantas persona graves y piadosas, separadas por tempo y lugar, estuviesen de acuerdo en ocultar un hecho tan glorioso para la religión y la Patria.”5 Forzosamente aquí surge una pregunta o por cierto toda una serie de preguntas correspondientes a este “silencio absoluto” en torno a los acon-

2 I c a z b a l c e t a J.G. (Carta...); Cf. también D e l a T o r r e V i l l a r E., N a v a r r o d e A n d a R. (1999: 1094 y nn.); el fragmento citado se encuentra en el punto 28.

3 S a h a g ú n F r a y B. (1989: 809).

4 I c a z b a l c e t a G.J. (1981: 375; Cf. también: Escalada, X., (1997) también en: http://

www.interlupe.com.mx/Codice1548.html (12.04.2006).

5 I c a z b a l c e t a G.J. (1981: 339).

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Jerzy Achmatowicz 14

tecimientos de Tepeyac. ¿Realmente existió este silencio o, como irónica- mente plantea Icazbalceta una hipótesis descabellada sobre una conjura de silencio? ¿Acaso no es que, los que aparecen como principales adversarios del fenómeno guadalupano (partiendo desde el estudio de Icazbalceta, fun- damental en este ámbito) no quieren o no saben subordinarse a una inter- pretación distinta de los documentos ya bien conocidos partiendo de los si- glos XVIII–XIX?

El texto de Fray Bernardino de Sahagún mencionado al principio es un complemento de 15766 a la obra monumental de este franciscano, escrita durante más de 40 años y para la cual de hecho empezó a recopilar mate- rial desde el momento de su llegada a México en 1529. Es un agregado es- crito con ánimo de corrección de algunas opiniones, manifiestas antes en la obra mencionada. La siguiente corrección se realiza en 1585, cuando Sa- hagún presenta la historia de conquista de Hernán Cortés, donde encon- tramos una observación muy relevante: “(...) se pusieron cosas que fueron mal puestas, y se callaron otras que fueron mal calladas.”7 Es relevante aquí la imagen de las transformaciones espirituales del franciscano, cuya longe- vidad (vivió 90 años) causó que fuera testigo par excelance del proceso de evangelización de Nueva España, por cierto muy complicado y ya contro- vertido en ese entonces.

Es aquí donde surge la figura llena de vida de este extraordinario fran- ciscano, digno de una monografía aparte, que unía en una sola persona el ferviente afán de destrucción de cualquier huella de idolatría, de su persecu- ción en los más increíbles y peligrosos lugares, y a la vez igualmente apasio- nante investigador de la cultura que sobre el fundamento de la misma “ido- latría” nacía y se desarrollaba, un afán investigador peligroso para su propia tranquilidad y carrera.

Lo relevante aquí es que el antropológico fervor pudo haber existido en las condiciones sui generis (tomando en cuenta la época y las condiciones particulares de los primeros años después de la Conquista de México) del diálogo intercultural; en otras palabras, la tolerancia y sensibilidad respec- to al otro, a la otra cultura, a sus extraños fenómenos, las que ceden rápida- mente a las prohibiciones y una sospecha multiplicada frente a todo lo que pudiera rebasar el estándar y la norma. Por lo tanto la gran obra realizada por Sahagún y otros investigadores y cronistas tenía que esperar muy lar-

6 Cf. D u v e r g e r Ch. (1996: 59–60)

7 I c a z b a l c e t a G.J. (1981: 369–370).

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“El fenómeno guadalupano” como objeto de interpretación e investigación

gos años para que surgiera a la luz frente a un público estupefacto: “(...) el P.

Sahagún fue desgraciado para la imprenta, y en su vida no se imprimió otra obra suya más que la Psalmodia”8

Originalmente Sahagún, así como lo manifiesta en su Postylla,9 evalua- ba muy altamente el trabajo realizado por los “doce apóstoles” (1524). Sin embargo Icazbalceta menciona que esta opinión originaría sufrió un cam- bio justamente en 1585, cuando la eventual sospecha por apostasía se con- vierte en la sospecha por la conversión fingida10.

Así que vemos que uno de los más importantes testigos oculares de la evangelización de la Nueva España, al pasar los años, percibe este proce- so desde una perspectiva no solamente crítica, sino que también duda en la eficacia de este proceso de conversiones masivas. Esta crítica y la profunda desilusión nos muestra todavía otro aspecto, directamente relacionado con nuestras reflexiones. A saber: suponiendo que la opinión del franciscano no haya sido aislada, que haya sido objeto de discusiones y consideraciones, que de hecho este periodo utópico de primeras conversiones (1523–1543) haya sido visto de una perspectiva totalmente distinta que originalmente, entonces inmediatamente tenemos que reflexionar sobre la disponibilidad espiritual, sensible, y finalmente racional de la élite intelectual y espiritual de México de aquel entonces en relación con el fenómeno de la aparición guadalupana, un fenómeno que desde el fondo se manifestaba como “indio”.

Tomando en cuenta todo esto, las palabras de Sahagún sobre el culto guadalupano, las que mencionamos al principio, habría que leer e interpre- tar de nuevo. Fijémonos solamente aquí que el complemento del franciscano constituye una abierta e intencional condena del culto del Tepeyac, y además se puede considerar que haya en esta condena un consciente engaño y calla- miento. El ejemplo de lo primero es el asunto del culto de “Tonantzin” en el cerro del Tepeyac. Pues, primero en el panteón azteca no existe tal diosa; el concepto que está usando Sahagún configura solamente una expresión gené- rica, llena de reverencia, usada principalmente en relación a la terrible dio-

8 Cf. L o m n i t z C., C a s t a ñ o s H. (2003: 110–111).

9 Cf. La declaración jurada del Padre Miguel Sánchez (el autor de la publicación de 1648), del noveno testigo de las así denominadas Informaciones de 1666 (C h á v e z S á n c h e z (2002: 265 y 266) y otros testimonios; en: G a r c í a G u t i é r r e z (1945: 66).

10 El problema de la influencia de Erasmo de Rótterdam en la vida intelectual española en el siglo XVI retomaremos en otro lugar, recurriendo, entre otros, a la extraordinariamente erudita monografía de Marcel Bataillon; B a t a i l l o n (1998).

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Jerzy Achmatowicz 16

sa Cuatlicue.11 Sahagún era un increíble y verosímil experto del complica- do panteón de las deidades náhuatl, entonces ¿de dónde esta equivocación?

Por otra parte declara que no sabe de dónde salió esta devoción guadalupa- na. Se puede hipotéticamente considerar que tenemos aquí tanto una espe- cie de argucia como también un callamiento. No nos parece posible que el escándalo de 1556, del cual trataremos más adelante, no haya llegado a los oídos del franciscano, se puede plantear incluso, que por razones de sus fun- ciones y méritos, pudo haber sido testigo de este escándalo.

Otro testimonio que pone bajo signos de interrogación el “silencio abso- luto y de más de cien años” guarda relación con la persona del primer obis- po y luego arzobispo de México, Juan de Zumárraga. Recordemos que con- forme con la tradición, justamente él era destinatario del mensaje revelado a Juan Diego en diciembre de 1531, y además supuestamente era testigo de la aparición de la imagen milagrosa, perpetuada en la tilma del santo indio en el momento cuando este desparramó las flores recogidas en el cerro Te- peyac frente al asombrado obispo.

No existe ningún documento, carta o mención que habría salido de la pluma de Zumárraga y se relacionara directamente al protagonismo guada- lupano adjudicado por la tradición a él12. Sin embrago existe cierto texto, igual como observaciones de Sahagún conocido desde hace mucho tiempo, que consideramos que juega un papel particular en cuanto el problema que estamos aquí analizando.

Se trata en este caso de la “Regla Cristiana” (1547), donde Zumárraga expresa sus filiaciones erasmistas13 y condena severamente una piedad apo- yada en milagros de los que quieren: “ver por maravillas y milagros lo que creen por fe.”14 Justamente en esta obra, que además despertó prontamente sospechas en las autoridades eclesiásticas coloniales y fue retirada de circu- lación por decisión del arzobispo Montúfar en 155915, aparecieron palabras que expresan la postura espiritual del obispo frente a la posibilidad de acep- tar cualquiera de los fenómenos sobrenaturales que podrían aparecer:

11 Ibidem, p. 827.

12 L o m n i t z C., C a s t a ñ o s H. (2003: 94).

13 B a t a i l l o n (1998: 827).

14 Icazbalceta, Carta..., (punto 30).

15 Cf. F r o s t E.C. (1986); versión electrónica en: http://biblioteca.itam.mx/estudios/es- tudio/estudio07/sec_7.html (15.02.2006). Es la página que pertenece al: Instituto Tecnoló- gico Autónomo de México – ITAM.

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“El fenómeno guadalupano” como objeto de interpretación e investigación

Ya no quiere el Redentor del mundo que se hagan milagros porque no son menester, pues esta nuestra santa fe fundada por millares de milagros como tenemos en el Testamente Viejo y Nuevo. Lo que pide y quiere es vidas mi- lagrosas, cristianos humildes, pacientes y creativos, porque la vida perfecta de cristiano es continuado milagro en la tierra. Lo que podéis hermanos, pe- dir, es una revelación que San Agustín pedía diciendo: Señor suplico a Vues- tra Majestad me reveléis mis pecados, y no quiero ver otra cosa en esta vida, para que puestos los ojos en mí y conociéndome tan pecador, dé voces y diga como aquel publicano: ¡Dios mío, habed misericordia de mí16

Encontramos en este fragmento grandes emociones del obispo, que se- guramente tenían su fuente tanto en el perfil espiritual del franciscano como también en la realidad que lo rodeaba, realidad mexicana. Se puede hipoté- ticamente suponer que era una voz especial durante aquel silencio aparen- te de tantos años, silencio que iba a caer después de los acontecimientos del diciembre de 1531.

Hay que recordar que en el momento cuando supuestamente tuvieron lugar los acontecimientos en el cerro del Tepeyac, Zumárraga ya llevaba un periodo de lucha incesante con los funcionarios reales (La Primera Audien- cia), pasando por varias humillaciones y sufrimientos. Más aún, su cargo, de- bido a las falsas acusaciones, corría peligro, lo que por cierto más aún pone en duda la posibilidad de tomar cualesquiera postura respecto a un asunto tan extraordinario y riesgoso desde el punto de vista doctrinal, como era la aparición guadalupana.

Pasando a otro testimonio, creemos que los acontecimientos que tuvie- ron lugar en la ciudad de México en 1556, constituían un interludio signi- ficante en el “silencio de más de cien años” tantas veces aquí mencionado.

Estos acontecimientos describe Icazbalceta de siguiente manera en el pun- to 30 de su famosa Carta:

El día de la Natividad de Ntra. Sra., 8 de Septiembre de 1556, se celebró una solemne función religiosa en la capilla de S. José, con asistencia del clero, vi- rrey, audiencia y vecinos principales de la ciudad. Encomendándose el ser- món á Fr. Francisco de Bustamante, provincial de los franciscanos, que go- zaba créditos de grande orador. Después de haber hablado excelentemente del asunto propio del día, hizo de pronto una pausa, y con muestras exterio- res de encendido celo, comenzó á declamar contra la nueva devoción que

16 I c a z b a l c e t a, “La Carta...”, (punto 51).

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se ha levantado sin ningún fundamento “en una ermita ó casa de Ntra. Sra.

que han intitulado de Guadalupe”, calificándola de idolátrica, y aseverando que sería mucho mejor quitarla, porque venía á destruir lo trabajado por los misioneros, quienes habían enseñado á los indios que el culto de las imáge- nes no paraba en ellas, sino que se dirigía á lo que representaban, y que aho- ra decirles que una imagen pintada por el indio Marcos hacía milagros, [...]

que no sabía á qué efecto era aquella devoción, y que al principio debió ave- riguarse el autor de ella y de milagros que se contaban, para darle cien azo- tes y doscientos al que en adelante lo dijese: que allí se hacían grandes ofen- sas á Dios: [...] Acusó luego al Arzobispo de haber divulgado milagros falsos de la imagen: le exhortó á que pusiera remedio en aquel desorden, pues le tocaba, como juez eclesiástico; y por último dijo, que si el Arzobispo era ne- gligente en cumplir con ese deber, ahí estaba el virrey, que como vicepatro- no por S.M. podía y debía entender en ello.17

Lo primero que habría observar es que aquí tenemos un relato sobre un inusitado escándalo, porque no hubiera podido ser percibida de otra mane- ra en aquel entonces esta polémica. Este escándalo pone de manifiesto dos fenómenos. Primero, así como menciona Icazbalceta, el creciente conflicto entre las autoridades eclesiásticas de la Nueva España y el poder y privile- gios de las órdenes. Segundo, se ve claramente que la devoción guadalupa- na no solamente existe en 1556, pero ya lleva una historia, es objeto de deba- tes y polémicas, que en los años que transcurren están creciendo alcanzado su apogeo en la citada arriba intervención de Bustamante. Este franciscano acusa directamente al más alto representante de la Iglesia en Nueva España por la ¡propagación de idolatría! Se puede hipotéticamente suponer que de nuevo se esconden aquí dos asuntos: Bustamente es seguramente, y a pro- pósito de este escándalo, el vocero del existente, desde años, conflicto en- tre franciscanos y dominicos (el arzobispo era dominico)18. Por otro lado se puede presumir que el arzobispo Montúfar, por lo menos percibía la devo- ción existente de manera permisiva...

III

Entre los documentos que tal vez interrumpen el silencio universalmen- te supuesto de más de un siglo entorno del fenómeno guadalupano, encon-

17 Cf. B a r r u s E. (1985: 7).

18 O ’ G o r m a n (1986: 50).

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“El fenómeno guadalupano” como objeto de interpretación e investigación

tramos uno que contrariamente a las arriba mencionadas “interferencias”

del citado silencio, proviene directamente desde la realidad del choque de las culturas del Viejo y Nuevo Mundo, ya que fue elaborado en el idioma náhuatl. Por otro lado, es un documento cuya autenticidad, fecha y autoría (sin mencionar su contenido) despierta hasta hoy serias controversias, orien- tando la decidida mayoría de los eventuales planteamientos sobre estos te- mas conforme con eje ideológico de la división entre aparicionistas y antia- paricionistas.

El documento que hemos mencionado es el famoso Nican Mopohua, publicado – como ya se ha dicho – en 1649 por Lasso de la Vega. El texto de este documento está directamente vinculado con la publicación de Miguel Sánchez de 1648, de la cual también mencionamos antes. Se supone que am- bos citados autores recurrieron a la mismo fuente, a su vez el segundo apro- vechó la versión española modificada y el primero publicó el texto en náhua- tl, presentándose como autor de este relato, lo que además no se contradecía especialmente con las costumbres de aquella época.

El mismo Icazbalceta, tantas veces ya citado, no le daba mayor impor- tancia a este documento. En el punto 51 de su Carta dice que:

A cualquiera llamará la atención que entre los documentos anteriores al li- bro del P. Sánchez se cuente la relación mexicana de Laso de la Vega, que sa- lió al año siguiente. Es que sin más fundamentos que la elegancia del len- guaje y otros igualmente leves, se ha asentado que el Lic. Laso no es autor de ella, sino que el verdadero es mucho más antiguo ‘y probabilísamente es la misma historia o paráfrasis de D. Antonio Valeriano’. [...] Pero sería extra- ño que después de haber dicho en 2 julio [1648 – J.A.], que no sabía hasta entonces palabra de tal historia, ya en 9 de enero de 1649 tuviera presenta- da y aprobada la relación. ¿Dio la casualidad de que dentro de esos seis me- ses apareciera la relación que tanto tiempo había estado oculta? Si ya la te- nía P. Sánchez, ¿Por qué no se refirió a tan precioso documento, en vez de contentarse con vaguedades19

Hay que reconocer que la argumentación a la cual recurre Icazbalce- ta tiene carácter deductivo y no se pone ninguna atención en los mismos condicionamientos históricos de las publicaciones analizadas y su destino, que tuvo carácter apologético, sin mayor preocupación por el rigor de re- cursos de un historiador. Además Icazbalceta, como veremos, omite o resta

19 P o r t i l l a M.L. (2002: 36).

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el valor a otros datos que acompañaban a la búsqueda de la autoría de Ni- can Mopohua.

Sin embargo se han preservado otros testimonios que en un grado ele- vado hacen probable la autoría de Valeriano. Agreguemos que en los años 80 del siglo pasado fue descubierta por el padre Ernesto Barrus en la Biblio- teca Pública de Nueva York la más antigua copia de Nican Mopohua20. Muy conocida figura de la historiografía mexicana Edmundo O’Gorman, al ha- blar del hallazgo mencionado, se refiere a su autor y dice:

Según este sabio sacerdote el manuscrito más antiguo que se conoce como Nican Mopohua ofrece las mismas características de un texto escrito en México por fray Alonso de la Cruz en los años 1553–1554, es decir, la época precisamente asignada por nosotros a la composición del relato Nican Mo- pohua.21

Fijémonos que O’Gorman pertenece al bando de los adversarios del fe- nómeno del Tepeyac, y por lo tanto más relevante parece ser su afirmación sobre la publicación que comúnmente se consideraba como el inicio de la vida pública de la devoción guadalupana. En este contexto es relevante la muy equilibrada opinión de Miguel León Portilla, quien en su libro hace poco editado asegura que:

este relato sólo pudo haber sido escrito por un conocedor de buen núme- ro de textos de la antigua tradición indígena, y asimismo de la estilística in- confundible del náhuatl clásico. En Nican Mopohua aflora el rico universo de sus metáforas, muy frecuentes en esta lengua, sus difrasismos o palabras yuxtapuestas de las que brota una particular significación, así como sus ex- presiones paralelas que iluminan desde doble perspectiva lo que se quiere decir. Conocedor de todo esto fue Antonio Valeriano, al que Sahagún cali- ficó como “el principal y más sabio” de entre sus antiguos estudiantes y en quien fray Juan de Torquemada reconoció haber tenido un excelente maes- tro de náhuatl22

Existe cierta probabilidad que el original de Nican Mopohua se preser- vaba también a fines del siglo XVII y al principio del XVIII.

20 Cf. C u e v a s M. (1930: 148).

21 Cf. E s c a l a d a (1997: 15).

22 En cuanto a la definición de la posmodernidad, siguen siendo de sumo interés sobre todo los trabajos del filósofo francés Jean-François Lyotard.

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“El fenómeno guadalupano” como objeto de interpretación e investigación

No hay suficiente espacio aquí para reconstruir con mayor precisión las aventuras de este documento. Recordemos solamente que justamente en la obra de Carlos Sigüenza y Góngora, dedicada a la figura de Cortés23 y pu- blicada en 1690, por primera vez aparece el nombre “pagano” de Juana Die- go: Cuauhtlatotzin, lo que induce a algunos a presumir que Carlos Sigüenza y Góngora no solamente conoció Nican Mopohua sino que lo más probable haya sido que hubiera conocido también otro documento (así denominado relato primitivo), que vamos a analizar en otro lugar24.

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23 Lucía Etxebarría menciona la importancia de la novela de Coupland para los autores españoles en su obra La Letra futura. Barcelona, Ediciones Destino, 2000.

24 1 Parafraseo del libro Función de la novela de Julieta Campos. Véase la referencia com- pleta en la bibliografía.

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A t h e n a A l c h a z i d u

Universidad Masaryk Brno, República Checa

La generación forzada.

El tema de la violencia en la narrativa finisecular española

Abstract

The Forced Generation. The Theme of Violence in the Spanish Narrative of the 1990’s

At the end of the 20th century, a new generation of young writers, called Gen- eration X, arose in Spain. Its members describe the situation of the contemporary western society. These autors intent to reflect the life of the young generation, teen- agers and adolescents, influenced by all sorts of changes: political, social and cul- tural. The life of young people in Spain is considerably marked by the omnipres- ence of mass media that invade the lives of everyone.

Heroes of the novels written by Generation X authors are exposed to the impact of the growing presence of violence. It is interesting to analyse the role of violence in everyday lives of these characters. They are very often prototypes of disoriented young people, stigmatized by the absence of general values and ethical principles.

Keywords

Spanish literature – 1990’s violence – Mass media – Crisis of traditional values La literatura desde siempre ofrece un reflejo de la situación actual en la que se encuentra la sociedad. En relación con el último cuarto del siglo

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Athena Alchazidu 26

XX en la sociedad española igual que en los demás países del mundo occi- dental se suele hablar de todo tipo de crisis, sean éstas económicas, socia- les o políticas.

Según algunos sociólogos nuestra sociedad postmoderna1 está marca- da por una profunda crisis espiritual, relacionada con la pérdida de los va- lores tradicionales, con el colapso de los modelos y esquemas generalmen- te aceptados, que se solían considerar pautas estables y que podían servir de apoyo y de guía. Así mismo se habla de la crisis –en algunos casos incluso del fracaso– del modelo tradicional de familia. Uno de los fenómenos más inquietantes, sin duda, es la creciente importancia de los mass-media en la vida cotidiana, y la omnipresencia de la violencia que nos está atacando por todos lados.

En la narrativa española de los noventa aparece con una gran frecuencia el tema de la violencia. Se presta una considerable atención a los diversos as- pectos de la violencia, así como a los demás fenómenos negativos asociados con ella. Resulta por lo tanto interesante estudiar la forma de tratar este in- quietante tema literario. Dejemos aparte las posibles definiciones de la vio- lencia, así como la de los límites hasta los cuales su representación artística resulta aceptable o no, ya que la óptica puede cambiar según los posibles con- textos: comenzando por las diferencias dadas por factores culturales y socia- les, y terminando por los criterios, gustos y preferencias individuales.

Observemos cómo algunos personajes perciben la violencia real, es de- cir acontecimientos violentos de la vida cotidiana, que contrasta con la re- presentación artística de la violencia, es decir la violencia en la literatura, en el cine o en la televisión.

En relación con lo dicho hay que tomar en cuenta un fenómeno que es producto de las últimas décadas, es decir la medialización de la violencia real.

Una de las muchas consecuencias es el hecho de que se está borrando, cada vez más, la línea divisoria entre la violencia real y su representación artísti- ca en los medios de comunicación, sobre todo en la televisión. Lo realmente alarmante, sin embargo, es la forma de la presentación de la violencia, cada vez más detallada y explícita, ya que la alusión cede su paso a medios de ex- presión más explícitos.

En el campo literario español, la última década del siglo XX representa un período de una extraordinaria productividad literaria. La narrativa fini-

1 El concepto ensoñaciones cósmicas de Gaston Bachelard, se explica en su amplitud en el libro La poética de la ensoñación. Véase la referencia completa en la bibliografía.

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27 La generación forzada. El tema de la violencia en la narrativa finisecular española

secular está relacionada con las obras primerizas de escritores jóvenes que pertenecen a la llamada Generación X, cuyo nombre hace referencia a la fa- mosa novela del escritor canadiense Douglas Coupland2. En esta relación hay que mencionar a otro autor extranjero, al norteamericano Bret Easton Ellis, cuya novelística, ante todo la novela American Psycho, ha influído a los autores españoles. Sobre todo J.Á. Mañas menciona la importancia de dicho autor en relación con su propia obra literaria, en concreto con su primera novela Historias del Kronen.

Entre los más importantes representantes de la Generación X cabe men- cionar a José Ángel Mañas y Ray Loriga. Veamos como dichos autores tra- tan el tema de la violencia, Ray Loriga en Caídos del cielo, de 1995, y José Ángel Mañas en Soy un escritor frustrado, la tercera novela del autor, publi- cada en 1996.

En cuanto al concepto filosófico, ambos autores optan por una visión negativista de la existencia humana, cargada de un profundo pesimismo.

Sus personajes viven en un mundo hostil, dominado por el egoísmo, la in- diferencia y la violencia.

En la novelística de los autores mencionados podemos detectar una cla- ra preferencia por tratar temas relacionados con una amplia gama de pro- blemas de la generación de los adolescentes y jóvenes. Dado que prevalece el enfoque en la juventud y en sus problemas, se plantean con frecuencia te- mas entre los que dominan los conflictos generacionales –sobre todo entre padres e hijos–, la búsqueda del protagonista de su propia identidad, el sen- tido de la vida, etc. Este tipo de problemas está vinculado con toda una se- rie de otros que van surgiendo el uno del otro, agrupándose, y formando de tal modo unos lazos que atan a los personajes, les inhiben sin darles posibi- lidades de escapar. Puesto que dichos personajes son muchas veces jóvenes débiles e indecisos, el lector es testigo del ineviteble proceso de su final infe- liz y hasta trágico, durante el cual están arrastrados irremediable a un pro- fundo abismo, sin que puedan (o quieran) evitarlo.

Un personaje de este tipo protagoniza la novela Caídos del cielo (1995) de Ray Loriga (1967), donde el autor trata el tema de la búsqueda de la pro- pia identidad perdida en el anonimato, y la enajenación del hombre en una sociedad consumista, acusando la indiferencia y la falsedad de la sociedad, y sobre todo la de los medios de comunicación. Dado que el lector desco-

2 Lucía Etxebarría menciona la importancia de la novela de Coupland para los autores españoles en su obra La Letra futura. Barcelona, Ediciones Destino, 2000.

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Athena Alchazidu 28

noce los nombres de los personajes, se subraya el carácter general y univer- sal de los problemas tratados.

En 1997, el propio autor llevó la novela al cine bajo el título de La pisto- la de mi hermano. Resultaría bastante interesante comparar la forma de tra- tar el tema de la violencia en la novela con la de la película, dado que el au- tor del texto literario es a la vez el guionista y el director de la película, pero nos limitaremos a la novela.

Un adolescente cuenta la historia protagonizada por su hermano mayor, evocando las nefastas circunstancias que han desembocado en una tragedia.

Nos convertimos en testigos de un incidente casi inocente que de una forma absurda desencadena una serie de acontecimientos agresivos. El hermano del narrador encuentra en el servicio una pistola con la que mata a un vigi- lante en una tienda. Con la pistola en la mano se mete en un coche del que acaba de bajarse un matrimonio, le quita las llaves al hombre y al arrancar se da cuenta de que en el asiento de atrás está sentada una chica joven. Le pide que se baje, pero ella se niega, de modo que inician la huida los dos juntos.

– Por qué no te has bajado?

– Mi padre me pega.

– A lo mejor tenía que habérmelo cargado a él también.

– No, es mejor así. Si mi padre muere, pensaré que es culpa mía y seré des- graciada para siempre. Le he pedido a Dios más de un millón de veces que le deje tetrapléjico, pero ni caso.

– Dios no existe.

– Eso lo explica todo.” L o r i g a (1999: 44–45)

La deformación de las relaciones entre el padre y su hija se comenta en otra escena más en adelante.

“– Ayer fue mi cumpleaños y mi padre me ha dado un dineral como regalo.

Dice que me da dinero porque no sabe lo que quiero.

– Supongo que lo que quieres es que no te vuelva a poner la mano encima.

– Eso es, pero él prefiere pegarme primero y pagarme después. Creo que tie- ne más dinero que paciencia. L o r i g a (1999: 90–91)

Las relaciones deformadas entre padres e hijos ilustran muchas veces el comentado fenómeno de la crisis de la familia tradicional.

La crisis espiritual del período finisecular está reflejada en un negativis- mo, en un nihilismo del que está impregnada la mayoría de las obras. Nada vale la pena, no hay ningún ideal, y por ota parte hay una enorme falta de

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29 La generación forzada. El tema de la violencia en la narrativa finisecular española

valores. Bien significativo es lo que dice uno de los personajes en la novela Caídos del cielo de Ray Loriga:

– Si sólo pudieras hacer una cosa más, ¿qué harías?

– Nada.

– ¿Nada?

– Eso es, nada.

- ¿Y eso qué tiene de bueno?

– Que no tiene nada de malo.

[...]

– Nada, sí señor, eso es todo lo que le pido a la vida.

– ¿Nada de nada?

– Nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada.

L o r i g a (1999:103–104)

Es muy interesante obsevar cómo los protagonistas de Loriga comentan el papel de los medios de comunicación y en concreto el de la televisión. Una de las escenas donde se refleja este problema describe el momento en que el narrador de la historia y su madre participan en un programa de televisión al que fueron invitados para hablar del hermano mayor.

Se trata de ese tipo de programas con público en el estudio que contes- ta a las preguntas del presentador a coro y que se llama “Porque todos so- mos uno”.

Insistían mucho en que yo tuviera aspecto de delincuente juvenil. [...] Mamá mientras tanto intentaba convencer a todo el mundo de que ella a pesar de todo era una buena mujer y yo era un buen chico y que lo de mi hermano era un caso aislado, pero nadie le creía.

PORQUE TODOS SOMOS UNO. L o r i g a (1999: 85)

El protagonista de la novela de Loriga llega a la conclusión de que ese tipo de programas, como al que asistió junto con su madre, lo único que bus- can es el escándalo y el morbo. Por eso, de hecho, a nadie le interesa aclarar cosas que pudieran cambiar la imagen del asesino juvenil, ya que éste en tal caso puede resultar menos morboso y de allí menos interesante.

Mientras esperábamos a que prepararan las luces y las cámaras y a que la gen- te se sentara y que supiera qué se esperaba de ellos, me hice bastante amigo de una niña de diez años cuyo padre se había subido desnudo al tejado y se

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Athena Alchazidu 30

había puesto a disparar a la gente que pasaba por la calle con una escopeta.

No le acertó a nadie pero desde entonces lo tenían encerrado en un siquiá- trico. Ella y sus dos hermanos y su madre esperaban en el pasillo.

Nosotros que éramos la atracción principal del programa, teníamos un came- rino con refrescos y una bandeja de fruta.

Le dije a la niña que si quería ver nuestro camerino y al entrar se quedó muy sorprendida de lo bonita que era.

– ¿Por qué vosotros tenéis todo esto y nosotros no?

La pobre parecía muy decepcionada.

– No sé, supongo que es porque mi hermano tiene mejor puntería que tu pa- dre. L o r i g a (1999: 85)

Es bastante interesante comparar las posturas y las observaciones de di- ferentes personajes en cuanto a la violencia real de la que son testigos. Ade- más contrastadas con la imagen medializada de situaciones semejantes.

Para ilustrar lo dicho podemos mencionar la escena donde el narrador describe el momento en que su hermano mayor mata al vigilante de la tienda.

Sacó la pistola tranquilamente y le voló la cara. Nadie se movió. Ya sé que en las películas siempre hay alguno que se hace el héroe y coge el arma del vi- gilante y todo ese rollo, olvídense de eso, esto es la vida real y en la vida real cuando a un tío le acaban de volar la cabeza a menos de dos metros, todos los demás se quedan tan quietos como estatuas de piedra. ¡Nos ha jodido! La gen- te no sabía ni lo que había visto. Unos decían que eran seis, otros decían que era uno solo, nadie tuvo valor para mirarle a la cara. L o r i g a (1999: 43) El personaje del hermano mayor no representa un tipo del clásico crimi- ninal o asesino de sangre fría. El narrador nos revela la psicología de su her- mano, de modo que podemos ir descubriendo a un adolescente desequiblira- do e introvertido. Poco a poco va apareciendo ante nuestros ojos una persona vulnerable, un joven desorientado, desesperado y sumamente infeliz.

El protagonista de la novela Soy un escritor frustrado, de José Ángel Ma- ñas percibe de la misma forma la indiferencia combinada con el miedo de la gente confrontada con la violencia real.

Un día en el metro vi un grupo de carteristas sudamericanos trabajando a una señora. Un señor mayor advirtió a la víctima que le estaban robando, algo de lo que todos nos habíamos dado cuenta, ignorándolo por miedo a nues- tra propia seguridad. Los carteristas rodearon al viejo, le insultaron le abo- fetearon y le escupieron, mientras que éste pedía ayuda a los demás viajeros.

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31 La generación forzada. El tema de la violencia en la narrativa finisecular española

Nadie movió un dedo. Los criminales salieron impunes en la siguiente esta- ción y se metieron en otro vagón. M a ñ a s (2005: 157)

José Ángel Mañas, igual que Ray Loriga, retrata la vida de los jóvenes.

Sin embrago, precisamente en el caso de la novela Soy un escritor frustrado, se nos presenta un personaje distinto. El protagonista, un crítico de literatu- ra y profesor universitario, tiene ambiciones literarias que se ve incapaz de llevar a cabo, lo que es la causa de su desequilibrio y frustración. Al descu- brir el protagonista que una de sus alumnas ha escrito una novela sopren- dentemente madura que él, un buen crítico, califica como genial, todo cam- bia para él. Desde aquel momento le queda claro que quiere apoderarse de la novela, cueste lo que cueste, de modo que no duda en optar por solucio- nes violentas y criminales. Poco a poco va graduándose su agresividad que al principio intenta controlar, como lo podemos ver en la escena en la que el protagonista le devuelve la novela a su autora.

Marian cogía aquello que mi mano sujetaba más que ofrecía. La novela se es- capó de entre los dedos. Fue como un desgarramiento físico. La furia coloreó mis mejillas y sentí todos mis demonios interiores en la garganta sugiriendo salvajes gritos de posesión. Hubiera podido retorcerle el cuello en ese momen- to pero un esfuerzo sobrehumano me retuvo. M a ñ a s (2005: 120–121) No obstante el deseo de poseer la novela, que llama MÍA (con mayús- culas), es muy fuerte. El personaje pasa por una trasformación sorprenden- temente rápida, y de repente se da cuenta de que se encuentra en una nue- va posición.

Las posibilidades de la vigilancia ante el crimen eran tan limitadas que la inseguridad era la realidad en la que yo vivía ahora. Esta nueva visión del mundo me había llevado a adquirir el hábito de salir armado de casa, aun- que no sabía si mi vieja pistola funcionaría, era siempre un elemento inti- midador. Cuando salía desarmado me sentía desnudo. No podía compren- der cómo había vivido tan ingenuamente hasta entonces. Al pensar todo esto me daba cuenta de la brutal inversión de realidades que se había pro- ducido en mí, hasta tal punto que ahora, esperando en la sombra a que lle- gara mi víctima, me sentía más seguro que como ciudadano durante el día.

M a ñ a s (2005: 157–158)

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Athena Alchazidu 32

La ambición desencadena todas las emociones reprimidas del persona- je, que está sorprendido al descubrir que asumir posturas y comportamien- tos violentos resulta muy fácil.

En la mayoría de las obras citadas se puede ver el contraste entre la crueldad y el lirismo, una poética decadente que muestra los últimos ras- tros de una sensibilidad enterrada debajo de muchas capas de mezquindad y bajeza. Ejemplos de lo dicho los encontraremos sobre todo en las nove- las de Loriga.

La visión nefasta del mundo oscuro, así como la vida vacía en una so- ciedad ajena al dolor humano, cuyos miembros son insensibles ante el su- frimiento de los demás, no inspira el optimismo, todo lo contrario. Resulta frustrante darnos cuenta de que vivimos en una sociedad que se encuentra en las profundidades de un abismo. Sin embargo, quizá puede proporciar- nos cierto consuelo la idea de que cada abismo, por profundo que sea, tie- ne su fondo del que ya no se puede caer más bajo. Al contrario, tras la ca- tarsis necesaria, el único camino de salida conduce hacia arriba, abriendo nuevos horizontes.

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K e n i a A u b r y

Universidad Autónoma de Campeche Campeche, México

La Virgen de los Sicarios o la violencia suprarreal

Abstract

Political effervescence in Latin American forces writers to search for alterna- tive narratives forms. Standing from a subjugated reality, due to economical crisis, social oppression, impunity, suppression of liberty, human rights violation, exces- sive violence, and drug dealing, the literature of Latin American has opted to fic- tionalize this reality into a new form that we have tentatively called suprareality or hyperbolized reality. In its aesthetic praxis there is a strong effect of reading, with- out giving up its statute as a symbol. To exemplify this, we have chosen the novel La virgen de los sicarios from Colombian novelist, Fernando Vallejo that narrates, in a hyperbolized sense, Medellín’s social violence. However, to support that suprar- eality is another narrative strategy, we will point out to those elements that make it stand out and the assumptions from which it originates. In general, this work is intimately linked with Latin America’s socio-cultural context since another one of our postulations is that the crisis of reality spreads great expectations in the nov- elistic discourse.

Keywords

Suprareality – Reality – Hyperbolized – Social culture – Latin America – Vio- lence

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Kenia Aubry 34

1. “Aquí nadie se muere de aburrición”

Quizá podría juzgarse como una novela contradictoria por ese narrador personaje soberbio, brutal, ruin, pero al tiempo fraternal, piadoso. Un na- rrador personaje que en cierto modo puede resultar hasta misógino y exclu- yente, capaz de modificar el tono de su voz sólo cuando se refiere a Alexis, su niño, su amor. O quizá podría decirse que es una novela exageradísima que sobrepasa la realidad de los colombianos, juzgados por el propio narra- dor de raza maldita, depravada y subhumana. Pero La virgen de los sicarios (1994) sólo navega en la apariencia de todos esos adjetivos y muchos otros que podrían atribuirse a ese furibundo enunciador, como navega también en la exageración textual de la violencia social de Medellín y de la impuni- dad de Colombia entera, pues en realidad su pretensión es sumergirse y su- mergirnos en el mundo torturante de la Colombia real.

No por nada Fernando Vallejo refracta la realidad de Medellín, Medallo o Metrallo, sobre cada línea de La virgen de los sicarios; no por nada en cada palabra del narrador protagonista se muestra la furia, el agobio y el hartaz- go por un sistema de vida en el que todo se pudre y una metáfora nada com- plicada, pero certera lo trasluce: “Asolados por las bandas, se ven aquí y allá negocitos entre rejas: una venta, por ejemplo, de aguardiente, o un ‘grane- ro’ con su extenso surtido de cuatro plátanos, cuatro yucas y unos limones podridos. Los limones de Colombia son una vergüenza, no se dan; el musgo de la humedad los asfixia” (V a l l e j o, 1998: 57. Cursivas mías). Para el es- critor de Latinoamérica –y sigo en esto a Loureiro– la novela nunca es sim- plemente un artefacto sometido a reglas meramente artísticas, sino tiene un papel importante en la formación y transformación de su realidad con- temporánea; el novelista latinoamericano sabe de antemano que en el rela- to novelesco confluyen leyes estéticas, referencialidad y capacidad de inter- venir en el mundo.

“¿Que si tiene el país cosas buenas? Pero claro, lo bueno es que aquí na- die se muere de aburrición” (V a l l e j o, 1998: 46), se pregunta y responde el enunciador de la metanovela del colombiano. Aunque la falta de aburrición no es exclusividad de Colombia, en buena parte de América Latina se pue- de morir de hambre, de enfermedad, de un plomazo, de mano propia, pero nunca de aburrición. Razón por la que novelistas (y artistas todos) tienen escaso tiempo para el ocio: la realidad cada vez los sobrepasa y los supera;

a ese efecto responden con la pluma que inventa y reinventa estructuras, in- teratúan con géneros literarios y no literarios y, por supuesto, observan su

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