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Del mensaje de la nueva evangelización

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Andrzej F. Dziuba

Del mensaje de la nueva

evangelización

Collectanea Theologica 71/Fasciculus specialis, 189-204

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C o lle c ta n e a T h e o lo g ic a A 71. F a sc . sp e c ia lis 2001

ANDRZEJ F. DZIUBA

DEL MENSAJE DE LA NUEVA EVANGELIZACION

E l servicio del pueblo de Dios de la Nueva A lianza en los tiem- pos escatológicos se proporciona eon aplicación de m étodos, p e r­ sonas y m edios determ inados. T oda esta obra debe te n e r su identi- dad, tan to en relación con la obra social, com o la religiosa.

E s indispensable ten e r conciencia de que Jesùs Cristo, m uerto y después resucitado, centro del cosmos y de n uestra historia, nos m anda a nostoros, en tan to com o a los continuadores de su obra de' y salvaciôn y testigos de la esperanza y de la vida. El mismo respalda y fom enta nuestra fé, n u estra esperanza y el am or cristiano. Este donativo debe contribuir, igualm ente, a la fo rm atio n de una socie- dad terrestre mas justa, fraternal y solidaria. Cristo cum ple con su deber respecto a la Santisim a M adré en la riqueza de la com unidad del pueblo de Diós, es decir, de la Iglesia. Sobre todo M aria es aqui un ejem plo de un am or inagotable y cuajado de m isericordia.

Entonces, la o p tio n fundam ental es p regonar un Cristo que es la vida y la esperanza de cada com unidad. E ste es un espirito conve- niente a la nueva evangelization, su base y su sentido. La Iglesia debe ser mas evangelizadora y mas m isionera, mas justa y mas soli­ daria, p ara orientar a la gente hacia la cultura de la vida y la espe­ ranza.

Jesus Cristo, nuestra vida y esperanza

„Н е venido p a ra que (las ovejas) tengan la vida y que la tengan en a b u n d an tia” (Jn 10,10)

Los caminos del pueblo de Dios de la Nueva Alianza estân m ar- cados por el realism o de la presencia de Jesucristo, tan to con rela ­ tio n al hom bre como al m undo. Es un donativo singular de Su p re ­ sencia en los tiem pos escatológicos de la historia de salvaciôn. Sin em bargo, el conocim iento y la fuerza creadora de Jesùs de N azaret

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requieren la anim ación de las actitudes personales del hom bre creyente y de la com unidad eclesiâstica.

La observation de la vida y la vision del futuro de la predicción del m ensaje de Jesùs Cristo nos m uestran la necesidad de tom ar posición respecto a la nueva evangelization. A qui es preciso, asimi- smo, reconocer los signos del tiem po, m ediante los cuales el Dios le habla al hom bre y al m undo. Hay que hacer todo lo que respalda la obra de la c re a tio n del R eino de Dios, y al mismo tiem po - opo- nerse a todo aquello que le es contrario, ya que existen actualm en- te m uchas obras opuestas al realism o saludable de Jesucristo, ofre- cido a los hom bres.1

E n la realidad del hom bre y del m undo aparece una de las pre- guntas fundam entales: cquién es capaz de liberar al hom bre de esas fuerzas que lo conducen a la m uerte? Sólo la fuerza salvadora que m erced a la gracia de Dios nos propone Jesùs Cristo, nuestro Sehor y Salvador. Su m isterio pascual nos da la esperanza y posibi- lidad de lograr la plenitud hum ana. P ara eso se necesita la plena cooperación de cada uno, p rocedente de la riqueza de la dignidad personal del hom bre. Eso, sin em bargo, requiere la superación de si mismo y sobre todo, de sus debilidades y pecados.

A num erosos desafios que nos tra e la hora actual, contrapone- mos la esperanza cristiana la cual requiere, sin em bargo, que pon- gamos n u estra confianza en Dios. Por otra p arte, esto es una de las dim ensiones de n u estra fe. Los verdaderos discipulos de Jesùs Cri­ sto estân particularm ente abiertos a los valores relacionados con la dignidad hum ana. Se necesitan testigos firm es de la fe, quienes 11e- gan a ser la esperanza, ante las tristezas, lâgrimas о penas de la evangelizaciôn.

E n el po d er de Jesûs Cristo resucitado, todo esto se convierte en un donativo real dei cam ino actual de la evangelizaciôn.

E n la época contem poranea es necesario ser un claro y vivo m ensajero de la esperanza, pero la esperanza basada en las obras

1 „L a Iglesia tie n e el d e b e r d e exam inar sie m p ie los signos del tiem p o y explicarlos en la luz del E vangelio p a ra q u e de u n m odo asim ilado a la m en talid ad d e cad a g en eraciô n p u ed a resp o n d e r a los h o m b res a sus e te rn a s p reg u n tas c o n cern ien tes al se n tid o d e la vida actual y fu tu ra, asi com o a su relaciôn reciproca. E s m en ester, pues, c o n o cer y c o m p ren d er el m u n ­ do en q u e vivimos y a veces tam bién sus espectativas dram âticas, aspiraciones y p articulari- d a d e s” (K D K 4) C o m p ârese con J u a n P a b l o I I , A dhortación postsinodal apostôlica, „Pa­ stores dabo vobis”, C itta del V aticano 1992, No. 10.

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de Dios, en la lealtad a sus palabras, la cual tiene su fundam ento fi­ nal en la seguridad de la R esurrección del Cristo. Este don perm a- necerâ siem pre eficaz y fructifero. Su pleno triunfo sobre el pecado y la m uerte es un m ensaje y una fuente de toda la evangelizaciôn durante la peregrinación terrestre. Es un garante del desarrollo y de la plenitud de la calidad hum ana.2

Es indispensable ser el hom bre de la fe, quien tiene la confianza a las prom esas de Dios y por eso goza de tranquilidad y seguridad en m irar hacia el porvenir, aunque la actualidad tam poco le es in- diferente. Al fin y al cabo, solo Dios, lleno de am or, dirige la histo­ ria y el verd ad ero am or siem pre es seguro y digno de confianza. El quien esta am ado, tiene la esperanza de serlo en el futuro, ya que sabe que el am or no conoce limites de tiem po ni el fin de su du ra­ tion . Es uno de los dones fuera y extratem porales.

D ios, e n tre otros, en d iferentes actos históricos ha m ostrado a los hom bres que se p u ed e p o n e r confianza en él. Se p u ed e ver en él un a base y un g aran te de n u estro cam ino de la vida. El col- mo de su obra es el donativo de Jesucristo: ,,el am or de D ios al h om bre se m anifesto en el hecho que m an d é a su hijo unigeno al m undo p a ra que tengam os la vida gracias a él” (1 Ju a n 4, 9-10). La e n tra d a fru ctifera de Jesùs Cristo en la historia q u edarâ p a ra siem pre un signo de nuevos tiem po m esiânicos. Es dificil, desde entonces, e sp era r algùn m ayor donativo ofrecido p o r el C read or al hom bre y al m u n d o .3

2 „L a ta re a q u e les ag u a rd a en los dias proxim os es dificil, p e ro em p re n d a n la bajo el si­ gno de esp era n za, cuya fu e n te es el Jesucristo resu citad o . Su misión es p reg o tiar la e s p e ra n ­ za de la q u e h a b la el A p o sto lo P e d ro ( с о т р . 1РЗД5), la esp era n za b asad a en las pro m esas de D ios y en la fidelidad a sus palabras, la esp era n za cuya certid u m b re es la R e su rrec ció n de Jésus C risto, su triu n fo definitivo sobre el pecad o y la m u erte - el p rim e r m ensaje y la vaiz d e to d a evangelizaciôn, la b ase del p ro g reso del h o m b re, el inicio d e cad a cultura acri- stian a a u tén tica, la cual solo p u e d e se r la d e la resu rrecció n y de la vida an im ad a p o r el alien to del E sp iritu d e la C incuesm a”, J u a n P a b l о II, L a nueva evangelizaciôn, el progreso del hombre, la cultura Cristina. E l discurso pronunciado a la apertura de los debates de la I V C onferenda G eneral del Episcopado de Am erica Latina., S an to D om ingo, 12 X 1992, O sser- v ato re R o m a n o e n p o laco 13/1992, N o. 12, No. 24 (pâg. 29).

1 С о т р . E . M a l a t e s t a , Interiority a n d Convenant. A Study on „einai e n ” a n d „menein e n ”. In the First Letter od Saint John, R o m a 1978, pâg. 306-308. C. S p i c q, L a théologie des deux Alliances dans l ’Épitre aux Hetreux, R S P T 33(1949), pâg. 19-21. J. G i b l e t, L 'Allenaza di D io con gli u o m in i en G randi terni biblici, A lba 1968, pâg. 37-39; T. G о f f i, Carità esperan­ za di Spirito, R o m a 1978, pâg. 55-57; W. H r y n i e w i c z , Wcielenia a m ysterium paschalne (Encarnaciones y el misterio pascual) R T K 26(1979), 2 pâg. 53-65.

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Con la venida de Jesùs Cristo al mundo, el Padre nos dijo el „si” definitivo (comp. 2 Cor 1,20) el que garantiza su decision irrevocable de salvaciôn en beneficio de todos. El nacimiento de Jesus es el inicio del Evangelio о anuncio de Buena Noticia; todo lo que É1 hizo y dijo no fue sino un testimonio de que comenzaba el ano de gracia del Se- ńor (comp. Le 4,19). Fue el principio del cumplimiento de numerosas profecias y al mismo tiempo de las esperanzas de la Antigua Alianza4. Jesüs Cristo como ùnico reu n e en si todas las cualidades m esianicas cuando anuncia la salvaciôn mäxima a todos los peca- dores. „ V engan y digan a Ju an lo que han oido y han visto; ciegos recup eran la vista, m uertos se levantan, se pregona el Evangelio a los pobres” (M t 11,4-5). Esto es el realism o de los signos de la Nueva Alianza, m arcado p o r los hechos ocurridos p o r la gracia de Jesucristo.

El tem a central de la p redicatio n de Jesùs es el advenim iento del R eino de Dios, el cual sera gratuitam ente ofrecido para la sal­ vaciôn de todos. Ello se refiere muy particularm ente a los pobres, pequnos y pecadores. Estos hechos fueron acom paüados po r anun- cios saludables m arcados de milagros, pero condicionados po r la li­ b e ra tio n de la hum anidad del m ayor cautiverio que es el cautiverio del pecado que pone obstâculos para el cum plim iento de la voca­ tio n de ser u n hijo de Dios. Es tam bién una posibilidad p a ra libe- rarse de toda clase de cautiverios.5

El signo central y la base de la fe, asi como de la fiable esperanza cristiana, es el M isterio Pascual, el advenim iento del M aestro de N azaret segun el Nuevo Testam ento. Es el signo singular de su fructifero am or y su vida, pero tam bién de los mismos valores pro- puestos a los demâs. E n la m uerte y la resu rrectio n de Jesucristo, el P ad re Dios m uestra a los hom bres que el am or vence a todo, y hasta triunfa sobre el pecado y la m uerte. El que cree en el Sefior, no qued arâ defraudado y tiene la esperanza de la vida.

4 С о т р . G . H e l e w a ,/l / / « m z a nueva nelC risto Gesti, R V S 29(1975), pâg. 121-127; J. G i- b l e t , L ’allenaza d i D io , pâg. 35-36; P. G r e c h, Erm enéutica dell antico T estam ento, R o m a 1977, pâg. 115-125.

5 „AI lib e ra r a algunos h o m b res d e las p en as terrestre s: ham bre, injusticia y m uerte, Jesus cum plió signos m esiänicos. Sin em b arg o , él no vino p a ra abolir to d o el m al aq u i abajo, sino p a ra lib e ra r a la hum anidad d el m ayor cautiverio - el cautiverio del p ecad o , q u e es el obstâculo en su vocaciôn d e hijos de D ios y ocasiona to d o s los d em âs cautiverios del hom - b re ” (C atec. 549).

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D ios, quien en el A n tig uo T e sta m en to se p re se n tó com o C re- ad o r y D o n a d o r de la vida (com p. G en 2,7; Exod 37,14), precisa- m en te en Jesùcristo a p a re c e a los h om bres com o D ios resucita- do. P e ro el P a d re nos m u estra el p o rven ir solo en el p o d e r de Jesùs C risto resucitado. Es en él, don d e el h o m b re creyen te p a r ­ ticipa en Su vida, la que vence la m u erte, si lo a cep ta al m ism o tiem p o com o al Salvador, lo q u e e n c u en tra su cum nplim iento en la re s u rre c tio n definitiva: „El que cree en el H ijo, te n d ra la vida e te rn a ” (Jn 3,36) Y en o tro capitulo: „Н е venido p a ra que la ovejas ten g a n la vida y que la ten g an en a b u n d a n cia ” (Jn 10,10).6

Es la expresiôn central de la fe y de la esperanza cristiana. La fe en Cristo esta relacio nad a con la afirm ación: „Yo soy la resur- rección y la vida. Q uien cree en mi, aunque m uera, vivirâ y todo el que todavia esta vivo y cree en m i no m orirâ jam a s” (Jn 11,25-26). El m anifiesto bâsico en la Evangelia es el m ensaje del hecho alegre de que Jesus C risto, H ijo de Dios, se hizo hom bre, m uriô y resucitô p ara todos los hom bres como un don de la gracia y signo de la m isericordia de Dios. E n Él la to talidad de la obra fue anim ada p o r el am or obedecien te al P ad re y en É l tam - bién a los h om bres7.

La esperanza cristiana no significa esperar pasivam ente a un fu­ turo m ejor, es una proclam ación de la actividad y el entendim iento de que solam ente p o r la cruz se pu ede llegar a la claridad que esta m arcada con la resurrección. La esperanza cristiana exige una obe- diencia cotidiana a Dios y el servicio a los prójimos. D ebe ser una lealtad que se caracteriza p o r el sacrificio y generosidad sobre todo

r' С о т р . A. F e u i l l e t , L e mystère de l ’a m o u r divin dans la théologie jo h a n n iq u e , P aris 1972, pâg. 30-31, 41-69, E . M a l a t e s t a, Interiority a n d C o n v en a n t, pâg. 323-326; C.I. G o n z a l e z Cristologla. Tu sei la nostra salvezza, C asale M o n te fe rra to 1988, pâg. 21-22, H . O r d o n Eschatologia Czwartej Enwagelii (E scatologia de Cuarto Envagelio) en: Biblia sobre el futuro, L. S t a c h o w i a k , R. R i i b i n k i e w i c z (re d .), L ublin 1987, pâg. 136-138; J. B l a n k , Krisis Untersuchungen zu r joh a n n eisch en Christologie u n d Eschatologie, F re ib u rg 1964, pâg. 93-132; A. F e u i l l e t , L es grandes lignes de la doctrine du Q uatrièm e Evangile, en: O u en so n t les etudes bibliques, L es grandes problèm es actuels de l'exégèse, P aris 1967, pâg. 167-174.

7 С о т р . К. R о m a n i u к, Ja jestem zm artwychwstaniem (Yo îoy la Resurrección) (J. 11,25), Cone. 6(1970), Z.2 .s. 229-231; Ch. H . D o d d , The Interpretation o f the Fourth Gospel, L o n ­ d res 1953, pâg. 145-148; H . O r d o n , Eschatologia Czwartej Enwagelii, pâg. 133-138;

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en la obra de la conversion de los corazones. Es un camino que ha- ce mas fuerte la esperanza y que eleva la cruz al simbolo de la espe­ ranza unica.

El creyente v erdadero es siem pre un renovador activo del m un­ do, porque la obra que parte de la esperanza no le perm ite al hom- bre de p erd er de vista su objetivo final, pero a la vez - p o r o tra p a r­ te - le ofrece el pod er y la fuerza p ara su p ereg rin atio n cotidiana. Eso son los donativos p a ra cam biar la realidad que nos rodea en el m undo p ara acercarla y hacerla mas conform e con los propositos de Dios. N ada se p u ed e excluir de esta esperanza, ella tiene que abarcar al hom bre en la plenitud de su riqueza personal y de su ac- tividad.8

R esp ecto a las d iferen tes expresiones de la cu ltu ra de la m u er­ te que se observan actu alm en te, el m ensaje de la fe en Jesùs C ri­ sto, en su m u erte y en su resu rre c tio n , es un desafio p a ra el h o m ­ b re de la fe. T al Jesùs es la respu esta de los creyentes al egoism o, a la in ju stitia , falta de to leran cja y n e g a tio n de la dignidad h u ­ m ana. Si el hom b re cree en Jesùs de N azaret, que m uriô po r no- sotros y cuya m u erte trajo una vida nueva, sabe que n u estra vo- cación es vivir p a ra d a r la vida p o r nu estro s prójim os. E n esto consiste el sen tido m as p ro fu n d o de la existencia del hom bre. La vida e n c u en tra su p u n to central, su sentido y su p lenid ad cuando se la ofrece.

Se p u ed e decir enfonces, que una adecuada p o sitio n cristiana, a lerta y ab ierta en el tiem po, es la de agradecim iento y de adora- ciôn del Seftor. F in alm en te, cada hom bre de la fe esta llam ado p a ra d a r la vida a los prójim os aunque no siem pre eso tiene la form a de un radicalism o pleno del am or. P ero to d o esto es posi- ble solo con C risto, quien nos diô un ejem plo y el po d er de E sp iritu Santo. F u e él, quien ofreciô su vida po r las ovejas, para que aquellas la ten g an en abundancia. Pues no es u n llam am iento

8 E n esta p ersp ec tiv a escatológica la ta re a de los creyentes consiste e n u n nuevo descubri- m ien to d e la virtud d e la esp e ra n z a d e la cual „ya escu ch aro n an tes, gracias a la p ro clam a­ tio n d e la v erd ad - del E v an g elio ” (C o m p ara Col. 1,5). L a p o sitio n fu n d am en tal de la esp e­ ranza, p o r u n a p a rte , n o le p e rm ite al cristiano de p e rd e r d e vista su objetivo final que le da el se n tid o y el valor a to d a su existencia y - p o r o tra p a rte - le su m in istra las bases firm es y p ro fu n d a s p a ra su esfu erzo c o tid ian o d e tra n sfo rm e r la re a lid a d d e ac u e rd o a las in te n tio ­ nes divinas; J u a n P a b l o II, Carta Apostólica „Tertio M ilenio A d v e n ie n te ”, C ittà del V atica­ no 1994, N o. 46.

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para d estru ir la vida, sino p ara crear un respeto a la misma, al am or y al d esarrollo de la vida5.

El Cristo m uerto y resucitado a la vez, el centro del cosmos y de la historia - es una verdadera vida y esperanza de los hom bres y del m undo. No se lo podrâ ya nunca separar de esos valores. El tiene que ser la o ption fundam ental de la obra de la nueva evangelizaciôn del G ran Aniversario del A no 2000. Jesùs Cristo es el centro de to- das las obras de la Iglesia - el pueblo de Dios de la Nueva Alianza y de cada cristiano. Los cristianos, por su parte, deben ser los con­ structores de Sus obras y los testigos de la esperanza y de la vida.

Jesùs Cristo es la ùnica esperanza y ùnico cam ino de la nueva evangelizaciôn. No se tra ta aqui de puras palabras о nom bres, se trata del realism o de la esperanza y de la vida. Su etern a p erm a­ n e n tia en la historia escatolôgica del hom bre y del m undo es una expresiôn extraordinaria del cum plim iento de la obra pascual de amor. È? un donativo mas perfecto, pero asimismo un desafio a los comprom isos de la vida y del testim onio.

La Iglesia - el sacramento de Cristo, la comunidad de la vida y de la esperanza

La Iglesia, nacida en la cruz del costado abierto de Jesucristo y anim ada p o r el Espiritu Santo, es signo y h erram ienta del R eino de Dios en la tierra. Fue llam ada en el tiem po escatolôgico, para proclam ar abierta y valerosam ente que: „A este mismo Jesùs, a qu ­ ien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Sehor y M esias” (He- chos 2,36). E l es el centro de la vida y del servitio del pueblo de Dios de la Nueva A lianza; es un don fructifero p ara el tiem po esca­ tolôgico de la perigrinaciôn terrestre. Los m iem bros de esta

comu-“ „En este lugar n u estro p en sam ien to se convierte en u n a ad o ració n y ag radecim iento y nos lleva a seguirlo a C risto (co m p ara 1P 2,21). A sim ism o n o so tro s estâm es llam ados p a ra ofrec er n u estra vida p o r n u estro s h erm an o s, cum pliendo de tal m an era con el v e rd ad ero sentido y d estin o d e n u e stra existencia. P o d em o s h acerlo , p o rq u e T ù, Seftor, nos has dad o un ejem plo, y nos has tran sm itid o el p o d e r de tu E spiritu. Lo sa b rem o s hacer si todos los dias, contigo y asi com o tù lo hacias - seguirem os cu m pliendo con ob ed ien cia la voluntad del P ad re. P e rm ite pues, q u e sepam os con el co razó n hum ilde y lleno de sacrificio escuchar cad a p a la b ra q u e sale d e tu b o ca divina: d e esa m a n e ra a p re n d e re m o s no sólo ,,no m a ta r" la vida h um ana, sino tam b ién ap re n d e re m o s re sp e ta rla , q u e re rla y fo rta le c e rla ” ; J u a n P a ­ ta 1 o II, Enciclica „Evangelium vitae’’, C ittà del V atican o 1995, N o. 51.

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nidad deben dar testim onio de aquel m isterio pascual, es decir de la m uerte, la resurrección y la ascención de Jesus.10

La evangelizaciôn es la misiôn bâsica de la Iglesia y contiene en si la proclam ation, la celeb ration y la vida en servicio al m isterio de Jesùs Cristo, el que „ fue condenado por nuestros pecados y re- sucitado para nuestra justificatio n ” (H echos 4, 25). Estos tres fac­ tores estân abarcados en las dim ensiones de salvaciôn de las obras divinas de la Iglesia. Son las funciones fundam entales y cada una de ellas lleva la senal de la exclusividad de com unidad y sacram en­ to en Cristo. T ienen el valor de salvation junto con la Ascension y la ocupaciôn del puesto a la derecha del P ad re11.

El objęto de la labor de la Iglesia y de su fe es el acontecim iento de la R esurrección, m erced a la cual Jesùs fue adorado como el Se- ńor. C on la resurrección se asocia inseparablem ente la m uerte, ya que la m uerte y la resurrección son factores inseparables del acto de la salvaciôn, con tal que el efecto de la m uerte es el aspecto n e­ gativo de la salvaciôn, es decir el perdonam iento de los pecados; la resurrección p o r su parte produce un efecto positivo - la justifica­ tio n , о sea el asem ejam iento a Jesucristo. El proporciona su vida divina en la obra del pueblo de Dios.

La presencia y la actividad de la Iglesia estan encaminadas a que todos alcancen la nueva vida que ofrecerâ Jesùs por el enviado Espiritu Santo. Cuando los corazones se abren y se dejan tranform ar por la Palabra de Dios, surgen las comunidades cristianas, vivas y dinâmicas. Comunidades cristianas que viven con la caridad frater­ nal, a semejanza de los prim eros discipulos, llegan a ser un signo co- nvincente e invitan a otra gente a integrarse a la Iglesia de Jesucristo.

111 C om p. J. G a l o t , L a rédem ption - mystère d ’alliance, P aris 1965, pâg. 45-71; D . M o n - g i l l o , L ’esistenza cristinana: peccato e conversione, en: Corso d i morale Ed. T. G o f f i , G. P i a n a , t. 1: Vita nuova in Cristo (Morale fo n d a m e n ta l e generale), B rescia 1983, pâg. 526-528; R . S c h n a c k e n b u r g , L ’esistenza cristiana secondo ilN tto v o Testamento, M o d e n a 1971, pâg. 39-42: A . S u s к i, W ezwanie do p o k u ty w N ow ym Testam encie (E l llam am iento a la expiacion en e l N uevo Testam ento), A C 89(1977), pâg. 26-29: K .H . S c h e l k l e , Teologia N o ­ wego Testam entu (Teologia del N u evo T estam ento), t. 3, Etyka (Etica), C racovia 1984, pâg. 59-61; A. H u 1 s b о s с h, L a Conversione nella Biblia, B ari 1970, pâg. 75-100.

" C om p. H . L a n g k a m m e r , Eschatologia św. Pawia, w: Biblia o przyszłości (Escato- logia de San Pablo, en: Biblia sobre el futuro), pâg. 79-91; O . M e r k , H andeln aus Glauben. Die M otivierungen derpaulinischen E th ik, M argburg 1968, pâg. 54-57; V .P. F u r n i s c h , T he­ ology a n d Ethics in Paul, N ashville 1968, pâg. 115-132; H . L a n g k a m m e r , Etyka Nowego Testam entu (La ética del Nuevo Testam ento),W roclaw 1985, pâg. Î56-157.

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E l m ensaje de salvaciôn p reg on ad o alum bra y abre los cam i­ nos en situaciones de in certid um b re y falta de esperanza, en las que a m enudo se debe vivir actu alm ente. P ero es im p o rta n te la pred icación del Evangelio en fo rm a com prensible, de m odo a que llegue a diferentes m edios y culturas, de la m an e ra p a ra que „cada uno oiga p red ic ar en su propia len g u a” (H echos 2,6) T odos los ad h éren tes de la Iglesia tien en el deb er y la necesidad p e rm a n en te de convertir a los hom bres, p ara cum plir m ejor con la o b lig atio n de la v o c a tio n m isionera - la co n firm atio n de p a la ­ bras p o r los hechos de la fe, que h an recibido com o un donativo p a ra el m undo.

La obra de la Iglesia, el cum plim iento de los m isterios de la fe, debe ser m arcada con la conciencia de la presencia de Jesucristo, quien cum ple realm ente con su prom esa de quedarse hasta el fin de los tiem pos (comp. M t 28,20)12.

D e alli que las plegarias y la liturgia deben edificar una Iglesia viva y ser un im pulso p a ra una m ejor com prensión y cum plim ien­ to de su m isión social y apostôlica. La m isión evangélica abarca, ap arte del bautism o, la ensehanza de observar todo lo que Je su ­ cristo ha m andado. E l depôsito de fe hered ad o debe ser conse- rvado sin deform ación alguna ( с о т р . 1 Tm 6,20). Es im p o rtan te pues, tam bién el dinam ism o de observar los m andam ientos dados po r Jesucristo.

Los creyentes estân llam ados p a ra ser un sim bolo de la co m u ­ nidad p a ra el m undo: „Puesto que el p an es uno, en tonces noso- tros, au n q u e som os m uchos, form am os un solo cuerpo. Es que todos com em os de u n m ism o p a n ” (1 C or 10,17). La a d m in istra­ tio n de la E ucaristia p erm ite a cep tar la riqueza y la v aried ad ca- rism atica, asi с о т о vocaciones req u erid as p o r Jesucristo. El sa ­ c ram en to del am or no solo u n e a los fieles con Jesucristo, sino

12 С о т р . G . В о n n e t, A u n o m de la Bible et de l ’Evangelie, quelle m orale, P aris 1978, pâg. 83-85: W . V о g e 1 s, G o d ’s Universal Covenant. A Bibblical Study, O ttaw a 1979, pâg. 134-147; J.M . F a u x , L a fo i du N ouveau Testament, B ruselas 1977, pâg. 375-380; C. C a f f a r a , Viventi in Cristo, M ilano 1981, pâg. 19-25; H . L a n g k a m m e r , Etyka (Etica), pâg. 87-89; J. K u c ia - s i e w i с z, Cechy specyficzne etosu biblijnego (Caracteristicas especificas del ethos bîbloco), en: L a corriente de problem as después d ei Concilio, В. В e j z e (red .), t. 14: ChneścijaAska d u ch o ­ w ość (La espiritualidad cristiana), V arsovia 1981, pâg. 73-75; E .E . E l l i s , P a u l’s Use o f the O ld Testament, E d in b u rg o 1957, pâg. 126-129; E . T r o c m e , „Avec Jestis” et „en Christi”. R H P R 42(1962), pâg. 225-236.

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tam b ién los u ne e n tre ellos, y el p an es un sim bolo que expresa esta re a lid a d .13

Sin em bargo, esa variedad del pueblo de Dios se une en la pere- grinación conjunta de am or, cuando se da cuenta de que siem pre se trata de este mismo Senor. Este hecho se cumple en la sumisión del mismo y ùnico E spiritu (1 Cor 12,4; 11,31). Las carismas cristia- nas, aunque sean diferentes y capacitan para diferentes funciones en la com unidad de la Iglesia, no son resultado del accionam iento de diferentes causas, sino que todas proceden del mismo Espiritu Santo. Al igual que son diferentes todos los m odos de utilization de las carismas. Sirven a diferentes objetivos, p ero el objetivo defi­ nitivo de todos, es el Seńor. Los donativos del E spiritu Santo no se p ued en m erecer, ya que son la gracia.14

La com unidad cristiana esta convocada p ara ser signo e instru­ m ento de la conciliation, p ara anunciar a Ese quien es „nuestra paz” (Ef 2,14.) La iglesia por su p a rte no siem pre debe ser dividida por criterios puram ente hum anos: „óAcaso Jesucristo esta dividi- d o ?” (Cor 1,13). Es que él m uriô p o r todo el m undo y cada division del pueblo de Dios es contradictoria a su obra salvadora. Se opone en prim er lugar a la unidad del C uerpo de D ios.15

La acogida cordial de Jesus m uerto y resucitado, nos abre a la disposition p a ra con él, m edianie la vida y los servicios cumplidos.

13 C om p. R . S c h a n c k e n b u r g , N a u k a M oralna Now ego Testam entu (Doctrina m oral del N uevo T estam ento), V arsovia,1983, pâg. 161-162,314; H .D . W e n d l a n d , Etica del N uovo Testamento, B rescia 1975, pâg. 105-107; J. K u d a s i e w i c z , Cechy specyficzne etosu biblijne­ go, pâg. 83-85; I . d e l a P о 11 e r i e, L a connaissance de D eu dans le dualism e eschatologique d ’après IJ n , II, 12-14, en: A u service de la parole de Dieu, G em bloux, pâg. 86-99.

14 C om p. J.F . C o l l a n g e , D e Jesùs à Paul: L ’Etique du N o uveau Testam ent, G in eb ra 1980, pâg. 228-231; S. G r a b s k a , C o m m en t lire les Lettres de Saint P aul p o u r utiliser son ense­ ignem ent dans la théologie morale contem poraine, S M or 13(1975), pâg. 58-59; A . J a n k o w ­ s k i , D uch W ykonawca (Espiritu Ejecutor). N ow y Testam ent o posłannictw ie eschatologicznym D ucha Świętego (N uevo Testam ento de la m isión escatológica del Espiritu Santo), K atow ice 1983, pâg. 76-79; L. C e r f e a u x , L e chrétien dans la théologie paulinienne, P aris 1962, pâg. 271-286; I. C o n g a r , Spiritot d ell’uom o. Spirito Santo, B rescia 1987, pâg. 23-26; A . J a n ­ k o w s k i , Zarys pneum atologii Now ego Testam entu (Esbozo de la pneum atologia del Nuevo Testam ento),C racovia 1982, pâg. 48-62.

15 С о т р . A . V a n h o y e , L a nuova allenza nei N ueovo Testam ento, R o m a 1984, pâg. 55-56; R .F . C o l l i n s , The Berith-N otion o f the Cairo D am ascus C onvenant an d its Compara- raison with the N ew Testam ent, E T L 39/1963, A. J a n k o w s k i , Listy więzienne iw . Pawia. Wstęp - Przekład z oryginału - K om entarz (Las cartas de la prisión de San Pablo. Introducción - Traducción del original - Comentarios), Poznań 1962, pâg. 399-401.

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Cada uno quien quiere ser un verdadero discipulo de Jesucristo, debe ser particularm ente com prom etido a llevar la buena noticia a los pobres, a anunciar la libertad a los presos y poner a libertad a los oprim idos (с о т р . Le 4,18) Son prem isas prâcticas y fructife­ ras de en ten d er el am or del prójim o en los tiem pos mesiânicos.

Vivir la preparación al G ran Aniversario del Ano 2000, acrecenta en un cierto sentido la necesidad de anunciar el ano de gracia del Se- üor (со тр . Le 4.19), sobre todo para los que mas sufren y pasan por las pruebas muy duras en la vida. La fe no sera auténtica y m adura mientras no llegue a ser un ferm ento de cambio de nuestra vida perso­ nal y social en su afân hacia la conformidad con los valores evangéli- cos, los cuales deben al fin tom ar la forma de los hechos concretos.16

F ren te a num erosas situaciones tristes que podem os observar y que nos infunden de pavor e incertidum bre, debe interponerse la actitud de responsabilidad, p ara que por su falta no se traicione el Evangelio de Jesùs de N azaret. Es preciso de predicarlo con un m ayor todavia fervor y energia, y viviendo con él con un radicali- smo cada vez mayor. Solo m erced a ello la Iglesia puede llegar a ser efectivam ente una com unidad auténtica, prom otora de la esperanza y de la vida nueva.

Maria, esclava del Sefior y Madré de la Esperanza

Al contem plar a la Santisima M adré y su participatio n benefi- ciosa en la obra de la Nueva Alianza, encontram os en ella la inspi­ ra tio n creadora p ara ser hoy dia fieles discipulos y a la vez aposto­ los de Jesucristo. Es el dinam ism o de una fe em prendida, es decir un fructifero encuentro sim ultâneo de la ciencia y de la vida, es la plenitud del hom bre en la riqueza de su espiritu y su cuerpo.

Por su obediencia y su propia aceptación, M aria, en la anuncia- ciôn dei donativo encarnecido de la Palabra de Dios, llega a ser la

Todos los Jubileos se refieren en un cierto sentido a ese „tiem po”, se refieren a la misión mesiânica de Jesucristo. F u e él quien vino „ungido p o r el E spiritu S an to ” en tan to с о т о „m andado po r el P a d re ”. Es él quien predica a los pobres la B uena Noticia, trae la libertad a los que carecen d e ella, libera a los oprim idos y devuelve la vista a los ciegos (com p. M t 1L4-5, Ls 7.22). D e ese m odo Jesucristo realiza „el ano de gracia del Sefior” anunciândolo no solo con palabras, sino sobre todo con sus hechos. E l aniverasario, es decir ,,el afio d e gracia del Sefior” es un rasgo caracteristico de la actividad de Jesucristo y no solo u n a definición cronológica de esa actividad (Ju a n P a b l o I I , L a Carta A p o sto łka „Tertio Milenio A dveniente”, No. 11).

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M adre del H ijo de Dios y da luz, prim ero en sus entrańas a E se qu­ ien es la vida del m undo (comp. Ls 1,38). Su hum ildad y sumisión total a Dios se ven fructuosam ente integrados a la obra de salva­ ciôn. Con esta decision personal comienza la misión corredentori- sta de estar ju n to a Jesucristo.

Al p resentar al recién nacido Jesus a los pastores, M aria ofrece en Belén a todos, y sobre todo a los pobres e infelices, la causa de la „gran alegria” dando a la hum anidad el ùnico Salvador (с о т р . Ls 2,10-11). F uero n ellos, sinceros y piadosos, dignos de recibir co­ mo prim eros, el alegre donativo m esiânico, p ara la lib eration del hom bre y de la hum anidad.

Sensible a las necesidades del jôven m atrim onio en C anâ de G a­ lilea, m erced a su intervention m aterial, la M ujer de Genesis da a los hom bres de la nueva econom ia una seńal de confianza en la fuerza de su Hijo, el cual tam bién hoy quiere m ostrar su gloria (comp. Jn 2,1-11). Aquella se m anifiesta en los signos y pu ede ser percebida p o r aquellos quienes han creido (с о т р . Jn 1,14; 6,40; 11,40). Es la arm onia de la unidad del Hijo y de la M adre, encami- n ada sobre todo hacia los hom bres.17

D e la Cruz de Calvaria, de la experiencia del sufrim iento y aban- dono, el Seüor entrega a los hom bres y al m undo a M aria, en tanto с о т о la M adre, y al mismo tiem po Ella se hace cargo de la tarea de enseńar с о т о m antenerse fuertes frente a las dificiles pruebas del m undo que no nos regatea la p ereg rin atio n por esta tierra (с о т р . Jn 19, 26-27). D esde aquel entonces, M aria-M ujer, con su atenciôn m atern a abarca a todos redim idos p o r Jesùs. El simbolo de Su relaciôn con Juan, llega al rango de la presencia m aterna en los tiem pos escatológicos.18

17 С о т р . J. B l a n k , Krisis Untersuchungen zu r johanneischen Christologie, pâg. 93,132: A . F e u i l l e t , L e prologue du quatrièm e évangile. E tu d e de théologie jo h a n n iq u e, P aris 1968, pâg. 114-126; K. R o m a n i u k , Ja jestem zm artw ychw staniem , pâg. 230-232; G .A .F . K n i g t , L a w a n d Grace. M ust a Christian Keep the L a w o f M oses? L o n d res 1962, pâg. 61-64.

18 C om p. J.M . C a s a b o S u q u e , L a teologia m oral en San Juan, M a d rid 1970, pâg. 323-332; A . D a u e r , Das Wort des Gekreuzigten an seine M utter u n d den „Junger den er lieb­ te". E in e traditionsgeschichtliche u n d theologische Untersuchung zu Joh 19,25-21, B Z 12:1968, pâg. 80-83; Ch. H . D o d d , L ’ititerpretation du Q uatrièm e Evangile, P aris 1975, pâg. 105-119; R . N i X ο n, Fulfdling the L a w : the Gospels a n d A c ts, en: Law, Morality a n d the Bible. A S ym ­ p o siu m , D o v n ers G ro v e 1978, pâg. 63-68; P. G a c h t e r , Z u r Fonn von Jo 5,19-30, en: F est­ schrift fu r J. S ch m id , R e g en sb u rg 1963, pâg. 65-68.

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E n el com edor de la U ltim a C ena, lugar singular del encuen- tro, M aria reu n e a p rim eros discipulos, desalentados, llenos de preocupaciones y dispersados, p a ra rogar ju n to con ellos - y so­ bre todo para ellos - el grande y esp erad o donativo del E spiritu Santo (com p. Los H echos 1,14) C uân esperado fue el m isterio de este lugar p a ra el naciente nuevo pueblo de Dios. U na o ra tio n ard ien te y su unanim idad nos m uestra el cam ino hacia la ar- m onia de la Iglesia.

E l P apa invita a la hum anidad del fin del siglo a cam inar jun to con M aria hacia el G ran A no 2000, viendo en Ella un „m odelo de la vida” y „dei aprendizaje fructifero” de fiarnos con todo el cora- zôn en las prom esas de Dios, com o lo habia hecho Ella, diciendo „fiat” en N azaret. La cercania m esiânica de Dios en Jesucristo, por interm edio de M aria y Su servicio, debe liberar en nosotros una esperanza llena de fe respecto a los nuevos tiem pos advenientes.

M aria es la m adré de Cristo y a la vez la M adré de toda la gente, y desde los principios de la historia de salvation de la Nueva A lian­ za congrega a todos los hom bres en torno a su H ijo divino, crucifi- cado y resucitado.19

Su M aternidad Divina se com pletô en el m isterio de la cruz del Hijo. H asta el final M aria cum plia su tarea de la M adré respecto a la verdad de que p o r Su obra la Palabra se hizo hom bre. Su frase siem pre viva es: ,,Yo soy esclava del Serior” (Le 1,38).

U niendo a los hom bres y el m undo con el Cristo R edentor, Ella hace posible la vida en la com unidad de herm anos y herm anas, dândonos a la vez un ejem plo perfecto del am or a Dios y al próji- mo. E sto es un testim onio mas claro del camino de la vida de M aria, la que con su voz m atern a nos hace recordar: „H agan todo lo que Él les diga” (Jn 2,5).2"

re „E n su seno m a te rn o la P alab ra se hizo hom bre. L a confirm ación de la posición centra! d e Je su cristo n o se p u e d e se p a ra r d el reco n o cim ien to del p a p e l q u e cum pliô Su Santisim a M a d ré (...) M aria siem pre nos indica a su H ijo de D ios y llega a ser p a ra to d o s los creyentes un m o d elo d e la fe a u té n tic a m e n te vivida” ; J u a n P a b l o I I , Lu Carta A p o sto łk a „Tertio M illenio A d ven ien te”, No. 43.

20 „M aria diô u n a p le n a expresiôn al d e se o d e los p o b res p o r el D ios, brillan d o com o m o ­ delo p a ra to d o s aquellos q u e con su corazón e te rn o se e n tre g a n a la p ro m esa d e D io s”. (T a m ż e - A l l i , No. 48) „E n este am plio fo n d o de tareas, la Santisim a V irgen M aria, hija ele- gida del P ad re, ap a re c e a n te los ojos d e los creyentes com o u n ejem plo p erfe cto d e am or a D ios y al p ró jim o ” (Tam że - A lli, No. 54).

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E n num erosas apariciones confirm adas, la M adre de Dios de- m uestra a la gente su carino y preocupación m aterna, ofreciéndo- les su amor, su com pasión y su protección. A parece siem pre como una participante activa, sobre todo en los tiem pos dificiles de pere- grinación de todos los hom bres, no solo creyentes. D esea ser rela- cionada especialm ente con los mas pobres y m enospreciados, seha- lando su dignidad y sus derechos.21

La hum anidad y el m undo de la Nueva Alianza experim entan m uchos testim onios de la fidalidad de comprom isos de M aria y de su indicatio n de los caminos de evangelizaciôn, sobre todo en los m om entos mas criticos de la historia contem poranea.

Esta union en com unidad de la M adre - M ujer y de la hum ani­ dad tiene un significativo especial en los m om entos de am enaza, experiencias dificiles y schales de pecados exepcionales, que con- ducen al camino de la d estruction y tragedia.

Com padeciendo a los habitantes contem poraneos de esta tierra, M aria m ediante el m ensaje de sus apariciones e signos nos hace sentir su presencia real en tre nosotros. Gracias a Ella y Su inte- rvenciôn - a pesar de todos los crisis que sufrimos - podem os guar- dar esperanzas p ara el futuro, ya que Ella siem pre eficaz y conse- cuentem ente protege la vida de sus hijos.

El tem or hum ano a m uchas enferm edades y sufrim ientos se con­ trapo n e al secreto del cosufrim iento de M aria, que hasta hoy per- m anece vivo al lado del sufrim iento del Hijo. Ella esta aqui, siem ­ pre presente en la tierra, com o la M adre de cada hom bre de la fe. i Con que confianza podem os buscar la protección en tre sus brazos cotra todos los peligros! ÎCuântas veces Ella es la salud y ayuda p a ­ ra p a ra muchos, tocados p o r m alas experiencias de nuestra hum a­ nidad imperfecta!

M uchas veces la electio n de M aria, de hacer revelaciones a los niüos y a los pobres simples pero sinceros, y su preocupación por las enferm edades y sufrim ientos, m uestra el cam ino y el sentido de su m ensaje. M adre Santisima nos ensena y alienta p ara que tenga- mos consideración con la gente m enospreciada, p ara que

aprecie-21 С о т р . N ica n M o p o h u a , E d . G . O rtiz d e M o n te lla n o , M exico 1989, N o. 120-1aprecie-21; A .F . D z i u b a , M atka B o ża z G u a d a lu p e (N uestra Seiiora de G u a d a lu p e), K ato w ice 1995, pâg. 21-34.

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mos a los mas hum iledes y que em prendam os los com prom isos de evangelization con los mas pobres. Ellos, especialm ente, m erecen nuestro amor.

Q ue expresiva es en las revelaciones la solicitud de M aria, dirigi- da a la gente lâica, a que ellos lleven Su m ensaje, sin tem or, a toda la gente, a pesar de ser concientes de su propia hum ildad о sencil- lez. Porque esa misión suya, m erced a la gracia singular de M aria, se hace clara y com prensible, asi que a todos les ofrece la posibili- dad de asum ir los com prom isos respecto al m undo y a la Iglesia, com prom isos que E lla transm ite.

E n to d a la o b ra de la nueva evang elizatio n hay que fijar las m iradas y las esperanzas en C risto, el Sehor de la vida y el co- m ienzo de n u estra esperanza. A n te los m ensajes saludables diri- gidos al h om bre, este tien e que ser consciente de la lim ita tio n de sus propias posibilidades. E n las consecuencias del pecado se ven los obstâculos p a ra la p ro m o tio n integral de cada p erso n a y los dahos causados a la p ro m o tio n de la dignidad de to d a la co­ m unidad. Es el p ecad o que deform a y d egrad a num erosos valo- res culturales. E l p ecad o com o tal esta p rese n te tam b ién en la Iglesia com o la com unidad y en cada uno de los m iem bros de la m ism a. T o d o esto paraliza y d ebilita la lab o r de la evangeliza­ tio n .

A pesar de todo eso, no podem os p erd er esperanza y decaer de ânim o (с о т р . 2 Cor 4,1). La inspiration la podem os encontrar en num eros valores hum anos y cristianos que existen en m uchas trad i­ tiones. A la debilidad hay que co ntraponer la esperanza „que ese poder tan grande, viene de Dios y no de no nosotros” (2 C or 4,7). Al fin y al cabo, se trata de la obra del Sehor en este m undo, la que es digna de adm iration.

El fin dei siglo y a la vez del milenio que se acerca, es un m o­ m ento adecuado p a ra abrir nuestros corazones a la inspiration del Espiritu Santo. El es un po d er ofrecido especialm ente p ara los tiempos escatológicos p ara la salvaciôn plena. M aria, la vida, la dulzura y la esperanza nuestra, es una estrella que con firm eza con­ duce los pasos de toda la hum anidad y de cada hom bre al encuen- tro con el Sehor.

El G ran A niversario del A ho 2000, es una invitation a la alegria vivida ju n to con M aria, la cual adora al Sehor (с о т р . Le 1,46), ya que El hace cosas grandes, a pesar de las sehales del

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peca-do, debilidad y descuido del bien. „La Iglesia se alegra de la salva- ción”. A esta alegria invita a todos, creando unas condiciones espe- ciales para que la energia saludable pueda ser p arte de cada hom ­ b re” .22

Andrzej F. D ZIU B A

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