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En este apartado estudiaremos la perífrasis culminativa <llegar a + infi ni-tivo>, propia de las lenguas románicas occidentales. Para ello, partiremos del análisis etimológico y sintáctico-semántico del auxiliar cuyos valores, en nues-tra opinión, se extendieron a la construcción en cuestión.

7.1. Etimología y propiedades semántico-sintácticas

De acuerdo con Corominas y Pascual (2012, s. v. llegar), llegar proviene del verbo latino PLǏCARE ‘plegar’, siendo este, a su vez, una evolución poco frecuente del verbo APLǏCARE:

(231) Caelum plicabitur ut liber.

‘el cielo quedará doblado como libro’

(San Agustín, Enarrationes in Psalmos 93, 6, 27, BREPOLIS)

Resulta fascinante observar su evolución semántica desde el matiz de ‘do-blar/plegar (las velas)’ hasta el de ‘llegar’, que tuvo que llevarse a cabo ya en el latín vulgar, dado que las lenguas románicas extremas mantienen esa acepción (rum. a plecă ‘partir’, port. chegar y esp. llegar ~ allegar), mientras que las len-guas más centrales la sustituyeron por la forma compuesta AD-RIPARE ‘llegar a la orilla.’(it. arrivare, fr. arriver, cat. arribar) (Löfstedt 1959, 45). Obsérvese, sin embargo, que el término castellano arribar nunca ha desarrollado la acep-ción que tiene que ver con el ‘alcance de la meta, del recorrido’, excepto los tex-tos con evidentes infl uencias catalanas o galas (232a), sino que tiende a mostrar la acepción original, la de ‘llegar a puerto’ (232b):

(232) a) Et era rei en Marruecos el rei Amiramozlemin, & estonz uino Taric en Espanna

& arribo a Gibaltaric (Anónimo, Liber Regum, 1194–1211, CORDE)

b) Et commo fazia muy grant viento arribo en el puerto que dezien rrempy. (Alfon-so X, General Estoria, V, ca. 1284, CORDE)

A raíz de ello, pese a que dos verbos disponen de un étimo distinto, nos es de gran interés poner de relieve que su extensión semántica empezó precisamente en el mismo ámbito: el de los marineros, ya que creemos que el origen de llegar se halla precisamente en *(AP)PLICARE VELUM, expresión que se refería a la acción de doblar velas al arribar al destino deseado. Es aquí donde justamente vemos su arranque semántico.

En este orden de cosas, el paso semántico de ‘doblar velas → ‘arribar’ no parece plantear ningún problema, dada su explicación de naturaleza ontológica (Blank 1999, 75): los barcos pliegan, doblan velas al llegar a puerto. Tampoco resulta difícil descifrar la siguiente extensión semántica desde ‘arribar a puer-to’→ ‘acercarse’→ ‘llegar’, convirtiéndose, de esa manera, en el verbo deíctico que signifi ca ‘alcanzar la meta del recorrido’130. En defensa del planteamiento, este cambio se inscribe en el proceso bien conocido de la generalización del sig-nifi cado: desde lo más concreto a lo más general. Väänänen (1985, 175) apunta que el proceso se tuvo que llevar a cabo en el latín vulgar porque ya en algunos textos de aquella época hallamos APPLǏCARE ~ PLǏCARE con la nueva acep-ción:

(233) sic ergo denuo plicauimus nos ad mare ‘así pues, de nuevo, llegamos al mar’

(Egeria, I, 19.9, BREPOLIS)

En español aparece documentado por primera vez en las Glosas Silenses (234a) con la forma completa y con el signifi cado de ‘acercarse’, datándose dos siglos más tarde, en Cantar de Mío Cid, la forma de llegar, con su sentido actual (234b):

(234) a) Qui non comunicatur nec ad osculum ecclesiam accedat 241[non aplekat] (Glosas Silenses, apud Menéndez Pidal, 1929: 22)

b) De missa era exido essora el rey Alfonso, / afé Minaya Álbar Fáñez, dó llega tan apuesto (CMC. vv. 1316–1317)

En términos de Talmy (1985), llegar se caracteriza por incluir la trayectoria no en el movimiento, como era de esperar, dada su característica panrománica de los verbos de movimiento, sino en la meta, de tal manera que esta expresa explí-citamente el alcance del destino (Morimoto 2001, 86–87). Este valor primario, como es de suponer, se retendrá en su construcción perifrástica.

(235) Ellos otrossí que non podién poner tiempo tanto en andar siempre con sus compañas menudas pora llegar a Europa nin sofrir la lazeria (GE 1)

Por último, antes de pasar a analizar la semiperífrasis culminativa, hemos de señalar que, pese a que la lengua de hoy posee dos formas procedentes del mis-mo étimis-mo A(P)PLICARE, allegar ~ llegar, solamente el últimis-mo ha desarrollado la acepción culminativa. El signifi cado del primero, en cambio, en todas las épocas presenta la noción de ‘acercarse’, ‘arrimarse’:

(236) Auino assi depues de la muerte de Comodo ell emperador que se allego tod el senado de Roma et mandaron cuemo por fuerça et por sentencia que recibiesse ell Jmperio (EE. 1)

Tampoco hemos hallado en nuestro corpus vestigios de la construcción

<arribar a + infi nitivo> que se desarrolló en francés y catalán, aunque en esta última lengua, la expresión parece ser un evidente calco morfológico del caste-llano, inapropiado según la gramática normativa (Badia i Margarit 1985). Sin

130 La misma observación ontológica se aplica al desarrollo semántico que experimentó el verbo rumano a plecă ‘partir’: se pliegan igualmente velas al zarpar del puerto.

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embargo, según parece, la análoga construcción catalana se está especializando cada vez más, un hecho probado porque la hallamos frecuentemente en pasado:

van arribar a fer moltes coses (‘llegaron a hacer muchas cosas’) o en construc-ciones impersonales: el que es pot arribar a fer amb aquesta eina (‘lo que se puede llegar a hacer con esta herramienta’)131.

7.2. <llegar a + infi nitivo>

Hasta ahora todas las construcciones que hemos analizado se inscriben en el proceso de la metáfora espaciotemporal, conforme con la premisa de que el vector del reajuste va desde lo concreto a lo abstracto: desde los valores espa-ciales por donde se realiza el movimiento designado por el verbo principal a los valores modoaspectuales y/o temporales, proceso motivado por una de las con-ceptualizaciones del tiempo. Y solo, una vez adquirida la noción modoaspectual o temporal, la construcción puede adquirir otro valor, más abstracto todavía. Sin embargo, este no es el caso de <llegar a + infi nitivo>, dado que prescinde, en todas las épocas, del signifi cado temporal. Adquiere, en cambio, nociones mera-mente discursivas, como se ve en el (237) donde el auxiliar “contribuye a que el miembro discursivo del que forma parte la perífrasis sea más fuerte argumenta-tivamente que el o los que le preceden” (Garcí a Ferná ndez 2006, 188):

(237) Y así, quando el alma llega a tener en perfectión el espíritu de temor, tiene ya en perfectión el espíritu del amor (SJuan. 296–297)

En este sentido, los datos emanados de la tabla 38 recalcan que su primera documentación ha de ser califi cada de crucial, destacando que su origen debe verse profundamente vinculado con el nacimiento de la prosa alfonsí (Zieliński en preparación):

(238) a) El capitulo de como el Rey don Fernando llego a anduiar et de como salio luego en caualgada et de las conquistas que fi zo (EE. 2)

b) E castigó aquel Dios de tod aquel del linage de Aarón que alguna d’estas cosas o d’estos embargos oviesse en sí que non se llegasse a sacrifi car a Dios sacrifi cio de carne nin de pan. (GE. 1)

A raíz de ello, este origen elaborado, atado a la tradición discursiva escri-ta (obra historiográfi ca, en particular), nos permite discernir otra dirección del reajuste, donde se relega el paso intermedio, el temporal. En este sentido, Fraj-zygnier (1991) puso el dedo en la llaga al demostrar que precisamente las ex-presiones propias del dominio discursivo consiguen otra dirección “más culta”

del reajuste: desde el dominio espacial al discursivo (recuérdese el esq. 6 del

§2.3.). Indudable prueba de ello es su lectura incuestionablemente espacial en las obras escritas en verso del Medioevo:

131 Agradecemos la información y los ejemplos a Xavi Farré, lector de catalán en la Universidad Jaguelónica de Cracovia (comunicación personal).

(239) Nin aunque lo venga a çercar el Dios d’amor y llegasse a lo pedir (Canc. vv. 188–190)

En torno a ello, en opinión de Yllera (1980, 192), la construcción en cuestión llega a gramaticalizarse a partir del siglo XIII, prevaleciendo, desde el principio, su empleo con la preposición a.

(240) El arçobispo don Rodrigo por llegar a contar de los fechos […] (EE. 2)

Y, los datos emanados de nuestro corpus confi rman lo susodicho: no hemos hallado ninguna perífrasis que carezca del nexo, el cual, a nuestro modo de ver, subraya el alcance, dada la metaforización de la preposición AD> a (LA DIREC-CIÓN ES LA FINALIDAD).

Tabla 38 Distribución de <llegar a + infi nitivo>

Siglo <llegar a + infi nitivo>

TOTAL

[+E] [-E]

XII 0 0 0

XIII 0 4 4

XIV 0 1 1

XV 2 1 3

XVI 0 11 11

XVII 0 22 22

TOTAL 2 39 41

Con todo, de la tabla 38 se desprende que la perífrasis de carácter discursi-vo no fue tan popular durante los primeros siglos del castellano (Melis 2006, 916–917)132 y se nota un marcado incremento desde el siglo XVI, prevaleciendo siempre en las obras de carácter prosístico.

(241) a) Et cierto sed que nunca omne dél creyó nin fi ó que non llegasse a aver mala postremería (LCL. 186)

b) dijeron si gustarían de jugar con un fraile benito que acababa de llegar a curarse en casa de unas primas suyas, que venía enfermo y traía mucho del real de a ocho y escudo (Busc.)

En cuanto a su gramaticalización, desde el punto de vista sintáctico, el pro-ceso que se inscribe, como otras construcciones de la misma índole, en el con-tinuum léxico-sintáctico133, arrancó a partir de la sustitución del complemento

132 También Beardsley (1966, 163) recalca su empleo minoritario en los textos del caste-llano medieval.

133 Prueba de ello es la posibilidad de sustituir el auxiliado por el pronombre demostrativo neutro eso, o por el sustantivo correspondiente, rasgo totalmente inadmisible en otras perífra-sis (Olbertz 1998, 260–261; Garcí a Ferná ndez 2006, 187):

i. Ayer llegamos a contar hasta 20 estrellas fugaces → Llegamos a eso ii. Hemos llegado a clasifi carlo→ Hemos llegado a su clasifi cación

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locativo por el verbo (242c) que denota una situación que pretende ser alcanzada por el sujeto oracional. Creemos que no hay que minimizar la importancia de la selección del nexo, que pasó de un signifi cado concreto (242a) a otro abstracto (242b), hecho repetido en este estudio:

(242) a) Dexemos aquí ellos entrados en carrera, por llegar a Castyella, / que ya muy çerca era (FGlez. 343)

b) Ca el cuento sse comiença en vno solo e llega a lo más que puede sser contado (Set.)

c) Pero esta braueza et esta cruedat deue la mostrar de palabra et de gesto, para espantar las gentes ante que lleguen a fazer cosas por que merescan muerte.

( LibEst. 331)

Asimismo, nótese que este reajuste, como en otros casos de gramaticaliza-ción de perífrasis, se produce por subjetivizagramaticaliza-ción, puesto que el elemento subje-tivo implica necesariamente no solo el paso de la meta espacial concreta, pasan-do por la abstracta, hasta el nuevo enfoque sintáctico, sino que también implica el reanálisis de toda la construcción.

Es más: ese elemento pragmático introducido en la estructura del predicado todavía compuesto provoca la adquisición de un nuevo signifi cado a base de la extensión metafórica LA META EN EL DISCURSO ES LA META EN EL ESPACIO, asentada, a su vez, en otra metáfora EL DISCURSO RACIONAL ES EL MOVIMIENTO EN EL ESPACIO (Santos Domínguez y Espinosa Elor-za 1996, 160). Así, desde el punto de vista semántico, el desarrollo del matiz

‘culminativo-intensifi cativo’ está evidentemente relacionado con la retención del valor originario del auxiliar, que denota el alcance de la meta que desde aquí emerge la acepción de la construcción134, ya que al denotar el fi n del trayecto, el verbo pasa a denotar la idea del punto fi nal en el espacio en alguna escala sub-jetiva (Melis 2006, 913). Así, pues, de llegó a la meta se pasa fácilmente a llegó a ser presidente donde la meta fi gurativa es el deseado puesto de presidente.

La contigüidad contextual permite otra metonimización CULMINACIÓN POR MODO DE ACCIÓN por la que la construcción adquiere valor culminativo y terminativo, como se ve del ejemplo que sigue:

(243) Era calabrés de nación, y moralmente fue hombre de bien, y trataba con mucha humanidad a sus cautivos, que llegó a tener tres mil (Quij. 462)

La noción de culminación puede concebirse bien como voluntariedad por parte del sujeto y, en tal caso, el signifi cado de la perífrasis adquiere el signifi ca-do de ‘logro’ (244a–244b) (Gó mez Torrego 1988, 120–122), bien como Olbertz (1998, 260–261), quien estudió con detenimiento esta sustitución, llegó a la conclusión de que en realidad son dos estructuras distintas. Aunque les une la idea del movimiento fi gurativo que realiza el sujeto oracional, tan solo la semiperífrasis <llegar a + infi nitivo> está capacitada para denotar valores modoaspectuales culminativo-intensifi cativos, inexistente en su correlato nominal.

134 “La idea básica es la misma en su uso independiente y en la perífrasis, pero se da una translación desde la esfera puramente física a un tipo de signifi cación más amplia” (Rojo 1974, 153, la cursiva es nuestra).

ción del sujeto en el proceso contra su propia voluntad, obteniendo, de esta ma-nera, la acepción de ‘auge del evento’ (244c–244d) presuponiendo de este modo que el sujeto ya no puede llegar más allá de lo indicado por la construcción:

(244) a) Dos caminos hay, hijas, por donde pueden ir los hombres a llegar a ser ricos y honrados: el uno es el de las letras; otro, el de las armas. (Quij. 676)

b) si acaso llegas a conocerle, que deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de don Quijote (Quij. 1223)

c) todo lo tenemos hecho; porque creo yo, que según es malo nuestro natural, que si no es naciendo de raíz del amor de Dios, que no llegaremos a tener con perfeción el del prójimo (Mor.)

d) aunque es inmenso el amor, no puede llegar a igualar con la perfectión de amor con que de Dios es amada (SJuan. 402)

Esa idea de logro puede aminorarse semánticamente, convirtiéndose en tal caso en la de intensifi cación o la de ponderación (Gó mez Torrego 1988, 121).

Lo vemos en el ejemplo siguiente, donde en llegando a tener oración denota ese valor evidentemente ponderativo, parecido a incluso o hasta:

(245) Esto habréis, hermanas, espirimentado porque pienso, en llegando a tener oración de unión, anda el Señor con este cuidado, si nosotros no nos descuidamos de guar-dar sus mandamientos (Mor.)

Estos valores hacen que la semiperífrasis analizada consiga valores discursi-vos de carácter aditivo, es decir, agrega una información adicional al enunciado, asemejándose de este modo a <venir a + infi nitivo> (véase también el §9.3.2.) (Garcí a Ferná ndez 2006, 186; Zieliński en preparación).

A la luz de ello, el paralelismo de <llegar a + infi nitivo> con <venir a + in-fi nitivo> es indudable; ambas incumben el origen discursivo, su primera do-cumentación se encuentra en la llamada prosa alfonsí, salvo que si <llegar a + infi nitivo> durante los primeros siglos ha tenido un empleo escaso, en comparación con <venir a + infi nitivo > (cf. §9.3.2.). A partir del español áureo, la frecuencia de empleo cambia radicalmente a favor de la construcción culminativo-intensifi cativa, de tal modo que a partir del siglo XVIII, se nota la restricción del empleo de la última (Zieliński en preparación), observación que está plenamente en consonancia con Fernández de Castro (1999, 297 n. 142) para su empleo en el español actual. En este sentido, cierta semejanza semántica ha sido ya percibida por Yllera (1980, 192) quien ubica ambas perífrasis dentro del grupo de las efectivas, o por Gómez Torrego (1988, 118), quien a su vez, las califi ca de terminativas. Si bien para Gómez Manzano (1992, 204), ambas tienen valores analógicos, salvo que <llegar a + infi nitivo> presenta un abanico menor de matices signifi cativos, Gili Gaya (1966, 110–111), con quien coincidimos, puso de manifi esto su sutil dicotomía semántica: <venir a + infi nitivo> expresa a priori el acercamiento de la meta y no su alcance, de ahí que sea terminati-va, frente a <llegar a + infi nitivo> que ha de ser concebida como perfectiva ya que su signifi cado implica a priori el movimiento del alcance de la meta (cf. §7.1.). Tal diferencia cualitativa es perfectamente observable en los pasajes que siguen cuyo contexto pragmático es similar: el auxiliar está en indefi nido, el

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auxiliado denota la misma actividad de decir. Así, nótese que en el pasaje (246a) llegó a decir expresa la Aktionsart culminativa, pudiendo ser sustituido con los marcadores de incluso, sin que altere el signifi cado de la construcción (cuando incluso dijo […]), mientras que en el (246b) tal sustitución no sería posible.

Esto es así, ya que <venir a + infi nitivo>, por indicar la Aktionsart terminativa, otorga a priori la idea de una conclusión procesal concebida por el emisor, de ahí su semejanza semántica al marcador por fi n, fi nalmente (y cuando él me dijo fi nalmente/al fi nal…):

(246) a) En el punto que el cautivo nombró a don Pedro de Aguilar, don Fernando miró a sus camaradas y todos tres se sonrieron; y cuando llegó a decir de los sonetos, dijo el uno […] (Quij. 459)

b) Ya, cuando él me vino a decir esto, según después se supo, había gozado a la labradora con título de esposo y esperaba ocasión de descubrirse a su salvo (Quij. 266)

Ahora bien, la semiperífrasis actual <llegar a + infi nitivo> no posee ninguna restricción morfológica en cuanto a la selección de los tiempos del auxiliar, de tal modo que con los tiempos de delimitación temporal expresa ‘culminación’, ‘per-fectividad’ (247a), mientras que con el imperfecto presenta rasgos semánticos de

‘habitualidad’, ‘progresividad’ (Gómez Manzano 1992, 205; Garcí a Ferná ndez 2006, 190) (247b). Parece, sin embargo, que en sus albores fueron predominan-tes los tiempos gramaticales perfectivos que propiciaron que la construcción adquiriera sus nuevos valores:

(247) a) E castigó aquel Dios de tod aquel del linage de Aarón que alguna d’estas cosas o d’estos embargos oviesse en sí que non se llegasse a sacrifi car a Dios sacrifi cio de carne nin de pan. (GE. 1)

b) no pudo dejar de resentirse y tornar a oler a quien le llegaba a hacer caricias (Quij. 511)

A tenor de ello, los datos emanados de nuestro corpus recalcan su total in-compatibilidad con los tiempos no delimitados temporalmente durante los pri-meros siglos de su empleo. En virtud de ello, la preponderancia de las formas temporales perfectivas se debe a que ambas focalizan el fi nal de la acción135. Por ello, hasta bien entrado el siglo XVI predomina el empleo de <llegar a + infi ni-tivo> con el indefi nido (247a–247b) si bien el empleo del presente de indicativo o del subjuntivo también está atestiguado, aunque su frecuencia de empleo resul-ta basresul-tante inferior. A partir del siglo XVI, según nos revela el corpus elaborado, así como nuestra pesquisa en el CORDE, se observa su paulatina extensión al imperfecto de indicativo, así como al futuro que se asocian tradicionalmente con la acción no delimitada temporalmente (248c–248d):

(248) a) El capitulo de como el Rey don Fernando llego a anduiar et de como salio luego en caualgada et de las conquistas que fi zo (EE. 2)

135 La misma tendencia a seleccionar tiempos verbales perfectivos ha sido observada para la construcción gallega <chegar a + infi nitivo> por Rojo (1974, 152).

b) Pero esta braueza et esta cruedat deue la mostrar de palabra et de gesto, para espantar las gentes ante que lleguen a fazer cosas por que merescan muerte.

(LibEst. 331)

c) no pudo dejar de resentirse y tornar a oler a quien le llegaba a hacer caricias (Quij. 511)

d) Impórtanos mucho andar con gran advertencia cómo andamos en esto, que si es con mucha perfeción, todo lo tenemos hecho; porque creo yo, que según es malo nuestro natural, que si no es naciendo de raíz del amor de Dios, que no llegare-mos a tener con perfeción el del prójimo (Mor.)

Además de ello, cabe suponer que el carácter télico emanado del verbo de movimiento abarcará toda la construcción. Sin embargo, nuestra pesquisa coin-cide con la acertada observación de García Fernández (2006, 191–193): la se-lección en todas las épocas de los auxiliados que denotan actividades (249a) o estados (249b) no los somete a la telización, como era de esperar. Así, de

Además de ello, cabe suponer que el carácter télico emanado del verbo de movimiento abarcará toda la construcción. Sin embargo, nuestra pesquisa coin-cide con la acertada observación de García Fernández (2006, 191–193): la se-lección en todas las épocas de los auxiliados que denotan actividades (249a) o estados (249b) no los somete a la telización, como era de esperar. Así, de